114 Desarrollo territorial y minería tienden a estar gobernados por poderes ilegales o criminales, que difícilmente permitirán su inserción en una ruta de desarrollo. Así, cada territorio parte de un punto distinto para construir su desarrollo, con condiciones particulares, así como con recursos y capacidades propias. Los gráÀcos sobre las trayectorias de los distritos de las provincias de Espinar, Arequipa, Jorge Basadre y Pataz, en la sección de desarrollo relativo del capítulo de diagnóstico1, dan cuenta de ello. La evolución de Yarabamba, en Arequipa, es muy distinta de la de Ilabaya en la provincia de Jorge Basadre, Tacna, o la de Espinar, provincia del mismo nombre, en Cusco. Es más, incluso si se compara a Yarabamba con La Joya, el otro distrito minero de la provincia de Arequipa, las diferencias son notorias: mientras que la segunda ha disminuido notoriamente la desigualdad, en la primera ha aumentado; y en términos de disminución de pobreza, La Joya tiene una ventaja sustantiva sobre su vecino minero. Incluso territorios que parten con los mismos índices y las mismas brechas pueden evolucionar de maneras muy asimétricas, algunos con una velocidad considerable y otros manteniendo durante años casi los mismos niveles. No se trata de una cuestión de recursos recibidos, pero tampoco necesariamente de la ubicación, la dimensión del apoyo social de la empresa minera o el nivel de acceso a los servicios públicos. En realidad, lo que puede marcar la diferencia son las capacidades intangibles, no transferibles, que desarrollan unos territorios y otros no: las formas de relacionarse y cooperar de sus actores para mejorar la productividad de su entorno, reducir las brechas y lograr avances en calidad de vida. La cohesión social y la inclusión son grandes propulsores de gobernanza y desarrollo. Como tales, exigen el fortalecimiento dentro del territorio de las instituciones en su deÀnición más amplia 1 Véase el acápite “3.3. Desarrollo humano, pobreza y desigualdad” en el capítulo I.
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