115 III. Un cambio de enfoque (las organizaciones, entidades públicas y privadas, las reglas del juego o las formas de cooperación interactor, por ejemplo), y su capacidad de interlocución dentro y fuera de ese entorno. Pero no solo eso: también necesitan del fortalecimiento del capital social y los niveles de conÀanza entre los actores territoriales, tanto de individuos como de organizaciones. En paralelo, la generación de oportunidades económicas requiere identiÀcar y reconocer las potencialidades de cada territorio articulado a su entorno y, a la vez, favorecer procesos de diversiÀcación de su economía. El resultado esperado es un incremento en el bienestar y, con ello, procesos sostenidos de progreso en índices sociales, como la reducción de la pobreza. Así pues, se trata de un enfoque que pone en juego, de manera simultánea, una ruta de desarrollo económico, que articula las potencialidades de un territorio con el bienestar de la población y las oportunidades del entorno; y una ruta de desarrollo social, que promueve la cohesión social, una identidad compartida y una institucionalidad propia y efectiva. Para conseguirlo, como plantearemos más adelante, primero es preciso construir una base de gobernanza territorial que sirva como pista de despegue para las estrategias y resultados de desarrollo en el territorio. 2. DESARROLLO TERRITORIAL MINERO: UNA PRIMERA ILUSTRACIÓN De acuerdo con la propuesta de desarrollo discutida, en este subcapítulo planteamos un ejercicio práctico, con variables claves y los métodos de medición que tenemos disponibles, para identiÀcar dónde están ubicados los distritos mineros en materia de desarrollo territorial y cuál ha sido la trayectoria de su evolución. En esa línea, y para conseguir una representación lo más cercana de esta propuesta, primero debemos hacer tres simpliÀcaciones, no menores, sobre (a) los territorios, (b) las oportunidades y el bienestar económico, y (c) la cohesión social y la institucionalidad.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTM0Mzk2