150 Desarrollo territorial y minería menos con su entorno, así como las que establecerá la empresa con ese ámbito. Tampoco aborda las escalas territoriales sucesivas con las que la empresa desarrollará inevitablemente relaciones de diversa naturaleza. Hablamos de áreas más amplias y con relaciones mucho más complejas que las que delimita la evaluación de impactos. De hecho, uno de los mayores errores de la delimitación por impactos es ignorar el conocimiento de los actores locales sobre la que entienden como la extensión de su propio territorio. Justo son ellos quienes, por su modo de vida, sus relaciones productivas y sus valores culturales, pueden hacer estas distinciones con mayor precisión. Así, es difícil que las acciones de apoyo social o económico de una empresa sean totalmente efectivas, en especial cuando su “área de impacto directo” es un espacio con recursos casi nulos, que vive de sus relaciones con centros poblados vecinos que, por el límite de la norma, no entran en el área de acción de la empresa minera. Al no incluirlos, se pierden oportunidades reales de complementación y, a partir de ella, de diversiÀcación productiva y emprendimientos que favorezcan al poblado más cercano a la operación minera y le den autonomía económica más allá de la vida útil de esta. Recuadro 7 El área de influencia y su relación con el desarrollo territorial Esta mirada ampliada, más multidimensional, del concepto de territorio conduce a revisar la perspectiva hoy predominante en las empresas para definir su “área de influencia” y, por tanto, sus políticas de relacionamiento con el territorio y sus actores. Es necesario contrastarla con una perspectiva de desarrollo territorial, basada en un compromiso más activo, más diverso de la empresa con los desafíos de desarrollo del territorio con el que se vincula. En la tabla, señalamos las diferencias claves entre ambas perspectivas.
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