172 Desarrollo territorial y minería regional, nacional e internacional—, con agentes que precisamente tengan la capacidad para impulsar o concretar el proceso de desarrollo desde su planeamiento y Ànanciamiento hasta su ejecución. Pero también hacen posible que los sectores más vulnerables participen en las tomas de decisiones y en el trabajo de mediano y largo plazo para lograr los objetivos. b. Construir una visión compartida de desarrollo Un paso previo para aspirar a una visión conjunta de desarrollo es movilizar a los actores a relacionarse y participar en espacios donde puedan confrontar sus propias miradas sobre el territorio y sus potencialidades. Un espacio donde, a través del diálogo, se enfrenten puntos de vista y preocupaciones: la sostenibilidad de las operaciones de la empresa minera, las mejoras en calidad de vida e ingresos de la comunidad, el cumplimiento de objetivos en cierre de brechas de los gobiernos (y, en ciertos casos, su imagen frente al electorado). Y se logren, a su vez, consensos que movilicen las individualidades hacia el Àn colectivo: una visión de desarrollo territorial. Esta dinámica de diálogo, inicialmente, puede contener a los principales actores del territorio y, poco a poco, atraer o convocar a los demás, ya sean locales o foráneos. Depende, por supuesto, del estado de los liderazgos y las coaliciones. Pero, precisamente por la multiplicidad de puntos de vista y experiencias, es posible acceder a varias miradas sobre el mismo territorio: desde sus características culturales e identitarias hasta su potencial productivo, comercial o de servicios, lo que servirá de base para establecer una estrategia de desarrollo territorial. Los actores locales, por ejemplo, pueden aportar su conocimiento sobre la naturaleza y el alcance de las actividades económicas existentes o potenciales en el territorio, para
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