28 Desarrollo territorial y minería que escapan a su función de contratista, a las que responde limitada y reactivamente. Los inversionistas y el Estado consideran el EIA como un contrato cerrado, pero los pobladores no. 3. En la construcción. Los altos índices de empleo, contratos e inicio de inversiones sociales conÀguran el mejor momento para satisfacer las expectativas de la población. Los relacionistas responden rápidamente a las demandas y controversias y suman compromisos con la comunidad. Así se consolida una relación transaccional, se establece una nueva correlación alrededor de la operación y las expectativas alcanzan niveles muy altos. 4. En la operación. Disminuye el empleo local y los mineros se concentran en la operación. Se inicia un nuevo ciclo de negociación con los menos beneÀciados, se refuerza el patrón transaccional y se consolida una lógica confrontacional con discursos antimineros y denuncias ambientalistas. Las autoridades, sin legitimidad social, se ven obligadas a secundar las presiones locales y los bloqueos. Aparecen más demandas y se suman compromisos para permitir la continuidad de las operaciones. Se maximiza el desencuentro, mientras se desincentivan la moderación y la construcción de visiones comunes. 5. En las ampliaciones. La negociación (de estilo confrontacional) se aboca al cumplimiento de compromisos y a la compensación por impactos negativos “históricos”, a riesgo de bloquear el escenario y desalentar la inversión. Las empresas no se preparan para ese nuevo escenario y no pueden revertir los efectos desfavorables de la década anterior. Se evidencia que la estrategia reactiva previa y de viabilidad inmediata de los mineros atenta contra la sostenibilidad del negocio.
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