Estrategias para reconstruir el país

Gran recesión y crisis sanitaria: Las huellas de la COVID-19 •280• La tarea de la reactivación comprenderá políticas de demanda y oferta, de corto plazo, a llevarse a cabo entre este año y el primer semestre del 2021, tendientes, por un lado, a elevar la demanda agregada de la economía y, por otro lado, a impulsar la reanudación gradual de las actividades económicas y la facilitación del capital de trabajo necesario para que esa reanudación sea posible. Los efectos de estas políticas son rápidos. Esas políticas evitarán este año un descenso del PBI por encima de lo que se proyecta y, en el próximo año, ayudarán a su recuperación más rápida. En este terreno, el MEF y el BCRP son los principales actores, y las políticas para adelante, y la primera parte del 2021, pueden ser una continuación de lo que se ha estado haciendo en los últimos meses, afinándolas, sobre la base de las lecciones aprendidas, y reaccionando oportunamente al desarrollo de los escenarios que puede tomar la epidemia. Dado que los márgenes de acción desde la política fiscal son menores, el énfasis debe estar puesto en RP, el cual debe ser potenciado, y podría pensarse en variantes o extensiones de esa política. La labor de elevar la tasa de crecimiento tendencial puede empezarse también, en algunos casos, inmediatamente, pero sus efectos no se observarán, necesariamente, a la brevedad. Estas políticas, en general, están fuera del ámbito del BCRP y el MEF, y corresponden a los sectores del Gobierno comprometidos con los grandes proyectos de inversión e infraestructura, y con el impulso de nuevos motores de crecimiento. En esta labor es importante contar con un marco orientador, y consideramos que la metodología del “diagnóstico del crecimiento” (DC), propuesto en el 2005 por los economistas de la Universidad de Harvard, Ricardo Hausmann, Dani Rodrik y Andrés Velasco, es ese instrumento. El punto de partida es el reconocimiento de que, a la larga, el factor más importante que determina el crecimiento económico es la inversión privada. La inversión, a su vez, no despega o crece débilmente, porque existen cuellos de botella, factores limitativos, que lo impiden. El atractivo del diagnóstico del crecimiento es que ayuda a encontrar esos cuellos de botella sobre las que la política económica debe actuar.

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