Inversión que genera bienestar y desarrollo sostenible 193 Está claro que la economía peruana está creciendo a un ritmo muy débil. El Perú mantiene aún grandes fortalezas relativas, pero el tema va más allá. Tenemos una productividad baja o negativa (fenómeno global), capital humano con una contribución nula al crecimiento económico, y una acumulación de capital (inversión), que se continúa debilitando. Todo ello apaga el motor del crecimiento; preocupa que no podamos generar inversión privada a la velocidad que necesitamos, por ejemplo, en la minería. Si vemos la canasta exportadora al 2021, la minería es hoy aún más relevante en la economía. No sólo sería absurdo, sino suicida, pensar en crecer sin impulsarla; pero también es fundamental diversificar. Tenemos que ver la manera de encaminar los proyectos mineros, pues las perspectivas de mediano plazo de los precios de varios de nuestros principales metales son muy buenas, por la transformación verde; y los frenos a la inversión y desarrollo de nuevos proyectos son claramente domésticos: sociales, regulatorios (incluyendo ambientales) y de gestión pública. Ello en un contexto de erosión institucional y de debilitamiento del entorno de negocios. En el nivel político, la agenda de desarrollo del sector minero es transversal al Estado, involucra a todos los niveles de gobierno y es público-privada. Hoy el Perú no está bien rankeado en cuanto a los indicadores de gobernanza y de entorno de negocios porque hay un creciente problema de debilitamiento institucional. Y en el nivel micro, tenemos que ver cómo resolvemos problemas como la conflictividad social, regulación, adecuación de la regulación, y temas de gestión pública. En eso hay que trabajar con un enfoque productivo.
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