109 LOS HERMANOS JOSÉ Y JUAN DE LA TORRE al verla quedaron muy impactados por su belleza, sin poder decir muchas palabras solamente le preguntaron: —¿Dónde podemos encontrar una posada para poder dormir esta noche? La señorita muy amable les respondió: —Vayan a la casa del frente, all viven dos opitas, ellos les van a atender. Muy contentos los dos hombres avanzaron y vieron exteriormente una casa abandonada y muy precaria. Entonces, llegaron y se entrevistaron con los dos opas quienes los condujeron a uno de los cuartos, al entrar se sorprendieron al encontrar dos camas muy bonitas con pellejos muy blancos y unas frazadas muy relucientes. Era toda una maravilla. Muy sorprendidos se acostaron en las camas y se quedaron profundamente dormidos. Al amanecer se levantaron para buscar a la señorita y poder agradecerle, pero no la encontraron. Pasearon todo el da y cuando ya pensaban irse de ese lugar, el tiempo les ganó y anocheció. Entonces, fueron a suplicar a los dos opas que los alojen una noche m s. Muy contentos los opitas, y con mucha alegra otra vez, los condujeron al cuarto. Entraron al cuarto y ellos se sintieron encantados de dicha habitación. Entre conversaciones sobre la bella joven, otra vez se quedaron profundamente dormidos.
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