223 GUSTAVO Y EL EXTRATERRESTRE Una noche, mientras iba para su casa, atravesando el campo, vio que una luz incandescente se acercaba r pidamente hacia l. Por un momento lo cegó completamente. Cuando pudo volver a ver se dio con la sorpresa que del cielo hab a bajado una especie de nave. Él se escondió tras una enorme roca para poder ver lo que era. —¿Ser una nave extraterrestre? ¿De verdad existir n los ovnis? —pensó en silencio. Cuando la nave abrió su puerta, vio que de ella bajó un hombre de extraña apariencia, era enorme como de tres metros y su nave tena la forma de un diamante gigante. Gustavo se asustó mucho, quiso escapar, pero al momento de intentarlo ese hombre tan extraño apareció frente a l. —¡No me hagas daño! —le suplicó el niño. Aquel extraterrestre le respondió: —¡No te har daño! Vengo de otro planeta y he observado que en tu pueblo hay muchas cosas valiosas que servir n para que mi pueblo sea el m s próspero. —¡Pero no puedes llevarte nuestras riquezas! —replicó Gustavo. —¿Y por qu no, si ustedes tampoco las utilizan? —le dijo el extraño ser.
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