Libro La Tierra y sus minerales

como siempre, al rodadero pero antes de llegar entendió que ya no le gustaba igual que el subibaja y el pasamanos y se fue a patear la pelota. No quiso patear al arco y se percató que la malla que proteg a la cancha era de metal y dijo que el recreo ya no le gustaba. Finalmente llegó la hora de salida y de regresar a su casa, el lugar que consideraba el m s maravilloso y hermoso, donde siempre estaba feliz, seguro y cómodo. Tomó la decisión de caminar. Al retornar a su casa, se percató que la puerta era de metal, su llave tambi n, el timbre igual, entonces golpeó la puerta y despu s de esperar un buen rato le abrieron la puerta y le gritaron: “Tienes llave, no toques el timbre, y desde cu ndo golpeas la puerta”. En ese instante, presintió un mal presagio y no quiso entrar a su casa, pero tena mucha hambre y esto le sacó por unos minutos de su promesa. Al ingresar, estaba servida su sopa de fideos y su tallar n con carne molida. De inmediato, pensó que sus alimentos haban estado en m quinas antes de llegar a su mesa. A medida que empezó a calmar su hambre, recordó su compromiso, pero estaba al costado de la cocina, que no quer a ver, LA TIERRA Y SUS MINERALES 258

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