Libro La Tierra y sus minerales

309 EPIGEA —¿Pero por qu tanto insistes en ello?, no le encuentro sentido —insistió Endogea y respiró cansada debido a toda la ruta que estaba recorriendo desde hace dos horas. —Nuestros predecesores siempre nos repetan que es una función innata de nuestra especie cumplir con este ciclo —dijo Epigea. —No quiero quedarme con esos conceptos pasados, ¿acaso t sabes para que est s aqu ? —expresó Endogea y la miró confundida. —Ves, no quiero estar desconcertada igual que t —respondió Epigea. Epigea no quera quedarse con ese sentimiento que vena arrastr ndola desde hace tiempo y le carcoma los pocos centmetros de su cuerpo. Aún recordaba cuando se encontraba con su padre, en una de las tantas galeras que armaba la manada, y terminaba de salir del rebaño para indicar el camino por el que deber an ir. Su padre la miró fijamente y le dijo: —S que me quieres decir algo y no me mires con esa cara porque lo presiento. Despu s la invitó a sentarse. —Est bien, no es que haya escuchado lo que estaban conversando en el rebaño, pero esas cosas del potasio, fósforo, nitrógeno y

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