Libro La Tierra y sus minerales

ah podan observar una qocha (laguna) y mientras descansaban vieron que el lago resplandec a como el sol. Todos muy sorprendidos, dijeron que pareca cobrar vida y que realmente era un espect culo impresionante. Tras descansar lo suficiente, decidieron continuar con su viaje, pero ya no pudieron levantar la campana porque estaba m s pesada. Al intentar levantarla nuevamente, empezó a rodar y rodar y cayó al abismo y se hundió en las profundidades de la laguna. Todos muy decepcionados, no pudieron evitar la cada de la campana y menos recuperarla. Jacinto era uno de los hombres que estaba apoyando en el traslado de la campana. Esa noche volvió a soñar nuevamente con la anciana que le ped a ayuda. —Soy la Mamaqocha, cudame que yo doy el oro que quieren, pero nadie me respeta. Todos los que pasan por aqu lo único que hacen es dejarme basura. Yo soy el sustento de muchas familias que trabajan con el oro, les calmo la sed, pero de m qui n se apiada. Nunca me he negado en entregarles mis riquezas, pero ¡me estoy muriendo!, ¡ay dame! —le dijo la anciana. Jacinto se despertó muy melancólico y con LA TIERRA Y SUS MINERALES 330

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