Libro La Tierra y sus minerales

399 EL MILAGRO QUE LOGRÓ ALBERTINA sus tareas, ella alimentaba a los cuyes con alfalfa que cortaba en su chacra, tambi n recoga los huevos que ponan las gallinas en su corral y las alimentaba y llevaba a las ovejitas a comer en el pequeño monte cercano a su hogar. Una mañana sus padres le comentaron muy tristes que la cosecha de maz y papa haba sido un fracaso. Albertina se puso muy triste, se acercó a la chacra donde estaba la siembra de ma z, se sentó a llorar y sus l grimas formaron un pequeño charco. De pronto, de aquel charco se escuchó una voz que le dijo: —¡No llores Albertina, soy yo la santa tierra! No te preocupes soy muy f rtil y productiva, tendr s inmensas cosechas y muy productivas. Solo diles a tus padres que necesito m s agua, m s sol y mucho abono, adem s del cariño de tu familia para poder dar buen fruto. Yo me siento muy sola y triste, es por eso por lo que mi cosecha salió pobre y desolada. Me gustara que vinieran a diario a conversar conmigo, que traigas a tus pap s y pasen las tardes hacindome compaña, cont ndome sus aventuras y sus historias de cómo es la vida. Albertina, sorprendida de escuchar la voz de la tierra, le contestó: —En verdad eres t tierra, ¡esto no puede ser! Me est hablando la santa tierra, creo que estoy soñando.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTM0Mzk2