Libro La Tierra y sus minerales

Albertina muy emocionada corrió a su casita y les contó todo a sus queridos padres. Ellos muy sorprendidos dudaron mucho de su palabra, as que ella los llevó donde haba estado llorando, les mostró el pequeño charco de l grimas, de donde hab a o do la voz, pero en ese momento ya el charco se hab a convertido en un pequeño rosal, del cual hab an brotado unas pepitas muy brillantes y hermosas. Los padres de Albertina entonces creyeron en la palabra de su hija, tomaron las pepitas brillantes, fueron al pueblo y las cambiaron por abono. Despu s, decidieron hacer lo que la santa tierra les hab a pedido. Adem s, cuidaron muy bien de ese rosal para que nunca se marchitara ni dejara de dar las pepitas brillantes. Albertina, desde aquel da, siempre iba en el atardecer a hacerle compaña a la santa tierra para que las cosechas en su pequeña chacra siempre fueran productivas. Moraleja: siempre debemos cuidar todo aquello que la naturaleza nos da cada d a. FIN 401 EL MILAGRO QUE LOGRÓ ALBERTINA

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