Libro La Tierra y sus minerales

ra ser un gran profesional para as poder ayudar a su comunidad y a los dem s niños como l. Para ello, deb a estudiar mucho. En su casa, Santiago, pudo observar que su abuelo, todas las tardes, se acercaba a conversar con un frondoso rbol de eucalipto, que era cuidado con esmero. Se acercó a l y por su curiosidad le preguntó por qu hablaba tanto con aquel rbol. El abuelo le contó que ese rbol haba acompañado a muchas generaciones y que si lo escuchaban en silencio podran descubrir que tambi n respondan cuando le hablaban, que sus ra ces tan profundas se comunican con la tierra que los vio nacer. Santiago lo interrumpió y preguntó: —¿Qu te dijo? 45 QURISACH’A Y UNA NUEVA OPORTUNIDAD para producir los productos para su alimentación. Todas las mañanas los m s pequeños deb an partir de madrugada hacia la escuela del saber, que se encontraba a 4 kilómetros de distancia de sus casas. Una tarde, de regreso, se encontraron con un zorro que, con engaños, se quiso llevar a una ovejita, esta se asustó mucho, gritó y gritó hasta que entre los eucaliptos del camino apareció su padre y con un empujón pudo ahuyentar al zorro. Es as como se salvó la pequeña que quera realizar sus sueños de aprender, debiendo recorrer dicho camino. Entre los niños de la comunidad se encontraba Santiago, un corderito intr pido, curioso, con muchos sueños y anhelos, que le gustaba rer y jugar de camino a la escuela. Él que-

RkJQdWJsaXNoZXIy MTM0Mzk2