cond a en la profundidad de sus ra ces unas piedrecillas muy brillantes que ellos no hab an visto jam s. Ante este hallazgo sorprendente, el padre decidió posponer su cometido de sacar al viejo rbol. Santiago, en la escuela, le contó a su maestra, la ardilla Tina, lo que hab a encontrado junto a su padre. Tina se comprometió a buscar a algunos especialistas para que ayuden a saber qu eran esas piedrecillas tan resplandecientes. A la semana siguiente, llegaron unas ardillas, con cascos blancos, quienes, con mucho respeto al rbol, examinaron el lugar y con gran sorpresa comunicaron a la familia: —Este mineral se llama oro, es muy cotizado en el mundo por su gran valor. Gracias a este mineral su comunidad y ustedes podr n mejorar su calidad de vida y cubrir necesidades que sean de beneficio para todos. No deben olvidar que todo lo que se propongan hacer debe ser con el debido respeto a la naturaleza que los vio nacer. El padre de Santiago muy emocionado convocó en la plaza a todos los vecinos y les contó el hallazgo. El m s viejo de sus miembros, un encorvado conejillo, tomó la palabra y dijo: —Hermanos y hermanas en nuestra comunidad existen muchas carencias y necesidades, pero hoy debemos priorizar una, ¿cu l creen que es la m s importante? Algunos gritaron: 47 QURISACH’A Y UNA NUEVA OPORTUNIDAD
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