15 14 La Tierra y sus minerales Apurímac Institución Educativa Belén de Osma y Pardo Pachamama Hace muchos años, vivía en las alturas de Apurímac una abuelita que, cada mañana, recorría los pueblos más cercanos para enseñar a los niños que la Tierra es la madre de todos los hombres. Les decía que, por eso, la Tierra respira, come, bebe su agüita, se alegra cuando se le da cariño y sufre si se la maltrata. Además, explicaba que la Tierra tiene un corazón noble, ojos infinitos, piel cobriza y un gran manto verde. Guardaba sus tesoros en su vientre, en sus bolsillos, en su mantita colorada, en sus trenzas de oro y en su sonrisa pura. Por eso, decía ella, cuando los hijos no son ingratos, nada les falta mientras vivan bajo el abrigo de la diosa Pachamama. Un día, de regreso a casa, la abuelita se encontró con un minero que arriesgaba su vida buscando minerales valiosos como diamantes, oro, hierro y otros. El hombre había viajado hasta allí guiado por un sueño: más allá de las montañas de arena se encontraba su fortuna. Soñó que encontraría tres diamantes y que, si seguía todos los pasos, incluso multiplicaría sus riquezas. Al escuchar esto, el minero enloqueció y salió sin demora hacia el lugar de sus sueños. Ese día, la anciana le preguntó: —¿Qué busca por aquí, señor? Se nota que no es de este lugar. El hombre le contó sus sueños a la anciana, y esta, al escuchar, se echó a reír a carcajadas, abriendo su boca desdentada y dejando ver los únicos tres dientes que le quedaban. ¡Oh, sorpresa! Brillaban como los ansiados diamantes. ¿Será que ella era lo que el minero buscaba? El minero recordó que su abuelita le decía que los minerales de la Tierra siempre se presentaban en formas de animales u otros seres para despistar a los ambiciosos que los buscaban. Le preguntó a la abuelita: Pachamama Edwin Daniel Félix Villa
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