159 158 La Tierra y sus minerales Desde aquel día, solo recibía maltratos de Juan. Cuando minaba para extraer oro, la golpeaba; contaminaba el agua que daba vida a los árboles y a los animales, y veía con tristeza cómo los peces se morían. Pasaron los años, y Juan empezó a envejecer. Ya no tenía fuerzas para seguir golpeando a la Mamapacha y extraer su tesoro. Su esposa no podía preparar alimentos, pues el suelo dejó de producir, y los ríos comenzaron a secarse. Juan, preocupado, se lamentaba por sus acciones contra la Mamapacha, y triste se puso a cantar: —Ay, Mamapacha, cuánto lamento los golpes que te diiiiiii... Así, poquito a poco, se apagó el último aliento de vida de Juan. Cuentan los lugareños que, cuando fueron a ver a Juan, encontraron muchos árboles caídos, el río seco y los animales desaparecidos. Con el tiempo, más familias comenzaron a llegar al lugar, y se escuchaba el rumor de que dos duendes se peleaban para ver quién era el mejor: el Muqui y el Chullachaqui. El Muqui decía: —¡Yo soy el mejor porque saco minerales como el oro y el cobre! El Chullachaqui, por su parte, respondía: —¡Yo soy el mejor porque cuido los árboles, que son la casa de todos los animales, y les doy oxígeno limpio y puro! La Mamapacha, interviniendo, dijo: —Yo doy vida, y ustedes cuidan lo que yo produzco. Los duendes siguieron peleando hasta que las montañas se derrumbaron. Entonces los pobladores, los duendes, los animales y la Mamapacha comprendieron que todos son importantes y que se necesitan para poder vivir. Así, hicieron un pacto para cuidarse y no agredirse más. Y así, vivieron muy felices durante muchos años. ¡Colorín colorado, este cuento se ha terminado! El minero que desafió a la Mamapacha
RkJQdWJsaXNoZXIy MTM0Mzk2