181 180 La Tierra y sus minerales Cuando llegó la hora del recreo, Plomín se comportó de manera fastidiosa y abusiva con sus compañeros. Molestó a la linda Platita, quitándole toda su lonchera y contaminando sus alimentos. Luego, con sus manos sucias, manchó las paredes y los juegos del jardín. Hizo terribles destrozos en los baños, pintó las ventanas y, cada vez que aumentaba su maldad, se percibía un olor fuerte y desagradable. Era casi imposible respirar, y el jardín comenzó a oscurecerse. Plomín continuó con su comportamiento agresivo. Al ver que el pequeño Zinc se acercaba, le puso el pie, y, como era tan liviano, Zinc cayó al suelo llorando. Orito, queriendo defender a su amigo, se acercó, pero Plomín lo empujó con tanta fuerza que, a pesar de ser grande y pesado, Orito cayó al suelo exclamando de dolor: —¡Au, au, me duele mi piernita! Hierrito y Cobrín comenzaron a gritar: —¡Profesora Mercuria, profesora Mercuria, ayúdenos! Plomín nos está lastimando y está destruyendo todo. La profesora Mercuria salió con rapidez al oír los gritos de sus mineralitos. Al llegar al patio, vio todos los destrozos y a sus mineralitos tristes y llorando. No sabía cómo calmarlos, pero luego pensó que debía actuar con inteligencia y mucha calma. Se acercó con cuidado a Plomín, llamó a todos sus mineralitos y les habló sobre el valor del respeto. —Plomín, eres un mineralito nuevo, fuerte y grande, pero te has comportado de manera agresiva y pesada con tus compañeros. Ellos esperaban tu llegada para que te unieras a su grupo, pero no les diste la oportunidad de convivir contigo —dijo la profesora Mercuria. Plomín agachó su cabecita, se disculpó con sus compañeros y prometió que no volvería a ser abusivo, que ayudaría a mejorar los días en el jardín y que cuidaría de ellos con respeto. Por eso, siempre debemos aprender a convivir con respeto, sin dañar ni contaminar el ambiente en el que vivimos. Los mineralitos de transición
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