Libro La Tierra y sus minerales | Segunda edición

185 184 La Tierra y sus minerales El chamán, al ver la piedra, sintió una gran ambición y le contestó: —Sí, yo sé dónde está ese lugar, pero no podrás llegar solo. Tendré que acompañarte para guiarte. Sin embargo, su verdadera intención era apoderarse de todas las piedras preciosas. Juntos emprendieron el viaje, llevando coca, cancha y queso para el camino. Después de un par de días, llegaron a un cañón profundo, hogar del temible Ucumari, el oso andino, famoso por devorar a cualquier hombre que intentara cruzar sus tierras. Antay, con astucia, le dijo a Ucumari: —Te he traído carne fresca. Luego, le ofreció a Puriq. —Acércate y disfrútalo, y a cambio, déjame cruzar tus tierras —agregó Antay. Ucumari, confiado, se acercó para tomar a Puriq. En ese momento, Antay golpeó al oso en la cabeza con su bastón, dejándolo inconsciente. Aprovecharon para cruzar con rapidez. Después de varios días de caminata, finalmente llegaron cerca de la mina. Para alcanzarla, debían cruzar un río de lava ardiente que salía del volcán Chachani. Fue allí donde Antay decidió traicionar a Puriq y empujarlo al río para quedarse con todas las riquezas. Pero Puriq, dándose cuenta de las intenciones del chamán, lo condujo por un lugar muy resbaloso, donde Antay perdió el equilibrio y cayó a la lava ardiente. Puriq logró llegar a la mina y encontró muchos minerales y piedras preciosas. De repente, se le apareció otra vez el anciano que le había pedido comida, esta vez convertido en el dios Inti, y le dijo: —Puriq, vi tu corazón bondadoso. Puedes llevarte de mi montaña todos los minerales y piedras preciosas que desees. Te indicaré el camino más corto para regresar a tu casa. Pero hay una condición: durante tu viaje de regreso, no deberás quedarte dormido. Si lo haces, nunca más despertarás. Dicho esto, Puriq metió en su bolsa todos los minerales y piedras preciosas que pudo cargar y emprendió el viaje de regreso. Al llegar a un lugar llamado Picchu Pichu, desde donde se podía ver su pueblo, se sentó a contemplar el paisaje. Sin darse cuenta, se quedó profundamente dormido, convirtiéndose en una gran montaña. Desde aquel día, su madre, Killa, lo observa todas las mañanas desde el pueblo, esperando que algún día despierte. Los visitantes de Yanahuara conocen aquella montaña como “El Indio Dormido”. Puriq y el anciano

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