193 192 La Tierra y sus minerales —Hermanito, ¿qué hacemos ahora? ¡Kusi no está! ¿Y si se metió dentro de este túnel? —Entremos, hermanita, no podemos abandonar a Kusi —le respondió Qenti con determinación. —Tengo miedo, Qenti. ¿Y si no encontramos la salida? Por favor, no me dejes solita —le contestó Killa. Decididos, los hermanos entraron al túnel en busca de su perrito. Mientras avanzaban, escucharon unas pisadas y, de repente, una pequeña figura apareció frente a ellos. Con voz firme, les preguntó: —¿Quiénes son ustedes y qué hacen aquí? —Buenas tardes, señor. Yo soy Qenti y ella es mi hermana Killa. Entramos al túnel porque nuestro perrito Kusi se perdió y pensamos que está aquí —le respondió Qenti, con respeto. —Mmm... Te creo, no veo maldad en tus ojos. Sin embargo, deben regresar por donde vinieron, porque están dentro de mi mina, y aquí nadie puede entrar —le contestó la figura. Killa, con los ojos muy abiertos, le preguntó sorprendida: —¿Señorcito, es usted el Muqui? ¿O el Chinchilico de las historias que me contaba mi bisabuelita Valentina? —Sí, soy yo. Me llamo Khurkhu y estoy aquí para proteger esta mina —le respondió la pequeña figura. —Señor Khurkhu, ¿ha visto usted por aquí a mi perrito Kusi? Por favor, déjenos buscarlo, y cuando lo encontremos, nos iremos de inmediato —le pidieron Qenti y Killa al unísono. —Está bien —contestó Khurkhu—, pero solo tienen cuatro horas. De lo contrario, quedarán atrapados aquí para siempre, junto con su perrito. Los niños caminaron con prisa, recordando las palabras de Khurkhu. Estaban cerca de la salida del túnel cuando escucharon sonidos de excavadoras, explosiones y voces que gritaban: Los niños salvan su pueblo
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