Libro La Tierra y sus minerales | Segunda edición

231 230 La Tierra y sus minerales —El rey Will me acusa de haberle robado su oro, pero no es cierto. Entonces el rey de Yojhanda, pensativo, contestó: —Mientras venía por el camino, vi un reino nuevo a lo lejos, uno que nunca antes había visto. Tal vez sean ellos quienes robaron el oro. —¿Y ahora qué hacemos? —preguntó el rey Will. El rey de Yojhanda sugirió: —Debemos reunir a los cuatro reinos y unir fuerzas para recuperar el oro de nuestro imperio. De inmediato enviaron un mensajero al rey de Jacielanda, convocándolo a una reunión al día siguiente en el reino de Yojhanda. Al día siguiente, los reyes de Wilandia, Arianda y Jacielanda llegaron al reino de Yojhanda. Reunidos, decidieron explorar el nuevo reino que se estaba estableciendo para descubrir el misterio del oro perdido. Montaron sus caballos y partieron rápidamente. Durante el camino, observaron que se aproximaban a un reino pequeño pero brillante. —¿Por qué brilla tanto ese reino? —preguntó el rey de Jacielanda. —¿Será mi oro? —consultó el rey Will. —¡Avancemos! —gritó la reina Ariana. Al acercarse, empezaron a contar los lingotes de oro en la fachada del nuevo reino. Encontraron los 890 lingotes, cada uno marcado con una “W”. El rey de Yojhanda dijo: —Necesitamos refuerzos para recuperarlos. Envíen a sus mensajeros para que los soldados nos ayuden a realizar una emboscada. Este nuevo reino, que había robado el oro, se llamaba Joaquilandia. Su rey, Joaquín, quería ser como los otros reinos, pero no podía, ya que el territorio donde se había establecido no tenía ninguna mina. Durante la noche, el rey de Joaquilandia vio que muchos soldados se acercaban, y con valentía, fue a la batalla para defender el oro que había en su reino. Los soldados se enfrentaron con sus espadas, pero al ver que los reinos unidos eran muchos, se rindieron. El rey de Joaquilandia pidió disculpas y devolvió el oro que no era suyo. El rey Will, feliz de haber recuperado su oro, aceptó las disculpas del rey Joaquín. Los reyes se abrazaron y prometieron vivir en paz, respetándose unos a otros y protegiendo el oro, el cobre y la plata que las minas les regalaban. La batalla por la protección del oro

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