Libro La Tierra y sus minerales | Segunda edición

235 234 La Tierra y sus minerales Con más curiosidad aún, Miguel le hizo otra pregunta: —¿Crees que puedas regalarme un poquito? El hombre riéndose de muy buena gana, y mirándolo a la cara, le respondió: —Claro que sí, incluso te puedo regalar una caja pequeña para que puedas verlo y saber cómo es. Miguel estaba tan feliz que ni siquiera notó cómo el tiempo pasaba. Al terminar su aventura, se despidieron con un fuerte abrazo y Miguel le agradeció enormemente por el regalo. Al regresar a casa, le contó a su madre sobre su visita a la mina y le mostró el regalo que había recibido. Su madre, muy feliz, vio en el cobre una posible solución a sus necesidades. Entonces le dijo a su hijo: —Hijito, en la plaza vive un señor que también trabaja en la mina. Tal vez él pueda comprarte este regalo. A la mañana siguiente, fueron muy temprano y encontraron al hombre preparando su desayuno. Tocaron la puerta de su casa y él no tardó en abrir. Al verlos, se mostró sorprendido y les preguntó: —Muy buenos días. ¿En qué les puedo ayudar? —Buenos días, señor —dijo Miguel, mostrándole la caja—. No sé si usted podría comprarme este material. —Bueno, te podría dar una buena cantidad de dinero. ¿Deseas hacer negocio? —le preguntó el geólogo. —Claro que sí —respondió Miguel emocionado y pensando en lo que compraría para su familia. Así, Miguel hizo un gran negocio. Con las ganancias, pudo satisfacer las necesidades de su familia, comprar comida, ropa para sus hijos y alimento para sus animales. En ese momento tuvo una gran idea: convocó a una reunión con todas las personas de la comunidad y les explicó la importancia de tener una empresa minera cerca. Les dijo que, además de mejorar su calidad de vida, podría ayudarles a lograr un desarrollo económico y dejar atrás la pobreza. Poco después, fueron a la mina. Miguel encabezó la reunión y todos estuvieron de acuerdo. Solo unos meses más tarde, construyeron un hermoso parque para que los niños pudieran jugar y una escuela en la que iban felices a estudiar. Desde entonces, las familias de la comunidad cercana a la mina de Antapaccay hacen pagos a la Tierra en agradecimiento por el regalo del cobre. Comenzaron a convivir en armonía y vivieron felices. El regalo de la Pachamama

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