239 238 La Tierra y sus minerales del agua, luego al planeta del sol, observando cómo mejoraban y crecían. Sin embargo, no las llevó al planeta de los minerales porque creía que los brillantes que había allí no permitirían que las semillas crecieran. Pedro, por su parte, reflexionó sobre cómo hacer que sus plantas crecieran más rápido. Pensó en su tercer planeta, el de los minerales, y decidió probar cómo estos podrían ayudar al crecimiento de sus plantas. Probó con varios minerales, observando cuáles favorecían el crecimiento y cuáles no. Tras muchas pruebas, descubrió que algunos minerales sí ayudaban a que las plantas crecieran fuertes y sanas, así que decidió aplicarlos a todas sus semillas. Con el tiempo, las plantas de Carlos no crecieron lo suficiente, mientras que las de Pedro crecieron grandes y dieron buenos frutos. Llegó el día en que el anciano reunió a sus hijos para que le mostraran los frutos. Carlos presentó los suyos, pero aún estaban pequeños y no cumplieron con las expectativas. Pedro, en cambio, mostró frutos grandes y saludables. El padre, contento por los logros de Pedro, le preguntó cómo lo había logrado. Pedro le respondió: —Papá, pensé en cómo obtener buenos frutos, así que decidí probar con todos los regalos que me diste, y lo logré. El padre le dijo a Pedro: —Mi gran premio es la inteligencia y la perseverancia que has demostrado. Estas cualidades te llevarán a alcanzar todos tus objetivos. Luego, se dirigió a Carlos: —Tú, en cambio, tuviste miedo de usar todos tus regalos, y por eso no lograste buenos frutos. De ahora en adelante, intenta experimentar más en tu vida. El gran premio
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