Libro La Tierra y sus minerales | Segunda edición

245 244 La Tierra y sus minerales a decaer y no mejoraba. No había quien se encargara de la chacra, ya que mamá sola no podía con todo. Fue un momento terrible, y encima comenzó la helada. El agua del río cerca de la casa empezó a secarse, todo iba de mal en peor: las chacras se empezaron a secar y, lo peor de todo, los animales no tenían qué comer. Hig, la oveja más vieja de la manada, empezó a toser; el caballo Pura Sangre se moría de sed; el sol era muy intenso, las chacras no producían y las siembras comenzaron a decaer poco a poco. Mamá cayó en depresión. Fue muy triste ver cómo el río desaparecía poco a poco de la faz de la Tierra. Todo fue tan repentino, nunca había sucedido algo así. Después de una semana de tragedia, llegó la lluvia y el río empezó a recuperarse. El sol iluminaba, brindándole luz y vida a las plantas, y papá fue mejorando. Al recuperarse, contrató una excavadora para remover el suelo. Juntamos el guano de los animales y recolectamos toda la hierba seca que había para utilizarla como leña. Los animales se recuperaron y empezaron a comer, pero Hig, por desgracia, no lo soportó y murió. Pura Sangre empezó a reponerse y volvió a jugar conmigo como antes. Mientras papá araba el suelo, mamá iba sembrando las semillas. Al mes, las plantas comenzaron a crecer y el pasto volvió a cubrir los campos. Era el momento en que el suelo debía volver a brindarnos alimento, pues estaba lleno de minerales y nutrientes. Cuando eso sucede, los vegetales y tubérculos son de primera calidad, grandes y nutritivos, ideales para llevarlos al pueblo a vender. Las clientas estaban muy felices y satisfechas. La carne de los animales y la leche eran deliciosas. Lola, la vaca, tuvo dos toritos. La familia de animales iba creciendo, y papá volvió a realizar su ritual a la Tierra. Los árboles se llenaron nuevamente de hojas verdes y crecieron aún más. El río volvió a llenarse, empezaron a surgir peces y papá llegó a pescar algunos. Todo fue mejor: los volcanes se recuperaron, el suelo volvió a la vida, y los animales, muy contentos, corrían y jugaban. El sol volvió a brillar y todo fue genial. La chacra de Pedro

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