Libro La Tierra y sus minerales | Segunda edición

255 254 La Tierra y sus minerales Tacna En el relieve de un hermoso planeta llamado Tierra, se formó un imponente nevado de barba blanca que tenía un gigantesco socavón. Allí habitaba un mineral precioso de belleza incalculable: el Oro. El Oro sabía claramente que su valor era altísimo en todo el mundo. Se utilizaba para hacer joyas impresionantes, también era útil para la electrónica y para acuñar monedas. Por estas y muchas otras razones, se volvió soberbio y antipático. Un día, cansado de admirarse a sí mismo, se le ocurrió realizar una fiesta para presumir a todos los demás que no había mineral más útil y hermoso que él. La fiesta de los minerales Mateo Hipólito Vera Chalco Colegio Privado Alexander Von Humboldt —Esta será la gran fiesta de los minerales —pensó—. Ahora todos sabrán que yo soy el mejor y los dejaré en ridículo. ¡Ja, ja, ja, ja! De inmediato, se puso a hacer las invitaciones. En las tarjetitas escribió con letras grandes: —Hola, te invito a mi fiesta. Habrá piñata, payasos, juegos y mucha diversión. Posdata: recuerda que, para ingresar a la fiesta, debes presentarte. ¿Y para qué habría puesto esa aclaración? Pues pensó que, cuando llegaran sus invitados, no tendrían nada que decir y se darían cuenta de que el único que tenía utilidad en el planeta era él. El día de la fiesta llegó. Muy puntual y refinada, llegó la primera invitada: la Plata. Lucía un vestido radiante, brillante como la luz de la luna. Se aproximó a su amigo el Oro y le dijo sonriendo: —Hola, Oro. Soy la Plata. A mí me buscan con frecuencia porque me usan para darle vida a las tabletas, celulares y computadoras. También soy muy útil para la fotografía y la joyería en general. Estoy muy contenta de asistir a tu fiesta. La fiesta de los minerales

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