291 290 La Tierra y sus minerales —Disculpen, ¿por qué discuten? —preguntó Sam con curiosidad. —Es que ellos no entienden que en nuestro país el único que sobresale soy yo —contestó el Oro—. Conmigo pueden hacer monedas para que los humanos se sientan importantes, y no solo eso, también esas finísimas joyas que puedes ver en las tiendas. —¡Ah! Pero no te olvides de que, sin mí, no podrían tener sus elegantes reuniones familiares, porque les faltarían tenedores, vajillas y hasta algunos aparatos electrónicos. Sin mí, sus fiestas serían completamente aburridas — replicó la señora Plata, ofendida. —¡Guau! Sí que se creen muy importantes en este país, pero no olviden que yo soy el corazón de los generadores gigantes de las centrales eléctricas. Sin mí tampoco podrían hacer muchas cosas —dijo el anciano Cobre. En ese momento, la Montaña comenzó a temblar y todos se asustaron. Se miraron con mucho miedo y, de pronto, escucharon la voz de la Montaña. —¿Por qué tanto ruido por aquí? ¿Quién dice que es el más importante en este país? —preguntó la Montaña. Los tres minerales se quedaron callados y Sam, titubeando, respondió: —Señora Montaña, discúlpenos por interrumpir su siesta, pero mis amigos quieren saber quién es el más importante. La señora Montaña extendió unas grandes hojas a su lado y les dijo: —Miren, ¿qué observan aquí? El más importante de este país
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