Libro La Tierra y sus minerales | Segunda edición

293 292 La Tierra y sus minerales —Son personas riendo y chapoteando en el agua —dijeron todos. —Exacto —dijo la señora Montaña—. Ellos son felices porque nosotros los ayudamos a tener nuevas tecnologías que pueden utilizar en su vida cotidiana. Si no nos uniéramos, no podrían tener materiales para construir sus casitas, comercializar sus cosméticos, recorrer estas lindas carreteras con sus automóviles y mucho menos tendrían electrodomésticos. El señor Oro, la señora Plata y el anciano Cobre comenzaron a llorar de alegría porque, sin darse cuenta, estaban haciendo felices a muchas personas. Sam, al escuchar a la señora Montaña, dijo: —Ahora entiendo cuán importantes son los minerales para nosotros y por qué necesitamos extraerlos. Son esenciales para la vida de las personas y para la economía peruana. La Montaña, en un susurro firme, añadió: —Recuerden esto siempre: en este país, todos somos importantes, y solo trabajando juntos podemos lograr grandes cosas. En ese momento, los minerales le dijeron a Sam: —Gracias por habernos encontrado. Si no lo hubieras hecho, habríamos seguido discutiendo. Ahora sabemos que todos somos esenciales para los humanos. Con una sonrisa en el rostro, Sam recogió la cajita con los minerales y regresó a su carpa. Cuando llegó, la abrió y encontró una pequeña pulsera hecha con fragmentos de los tres minerales, un símbolo de que en este país todos somos importantes y cada uno es esencial para la vida. El más importante de este país

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