Libro La Tierra y sus minerales | Segunda edición

299 298 La Tierra y sus minerales también se vio afectada. El pasto dejó de crecer, lo que significaba que los animales no tenían alimento. Lo mismo ocurría con los sembríos de papa, camote, oca y olluco, que apenas brotaban. Ante tal desdicha, parecía que el pequeño pueblo había caído bajo una maldición. La hambruna y la contaminación parecían destinadas a acabar con todos sus habitantes. Por ello, los pobladores, tristes, decepcionados y preocupados, pidieron ayuda a las autoridades provinciales para llegar a un acuerdo con los dueños de la mina. Sin embargo, estos personajes tenían otras prioridades y no incluían ayudar a aquellos hombres. Visitaban el pueblo de vez en cuando, prometían apoyo y se marchaban. Mientras tanto, Carmela, la hija menor de don Julián, también falleció a causa de la deshidratación. Motivados por el dolor de perder a sus seres queridos uno a uno por la intoxicación, los pobladores decidieron desplazarse a la ciudad para protestar. La mañana del miércoles 7 de mayo, los habitantes de Pucurhuay llegaron a la plaza de Cerro de Pasco en busca de ayuda, pero sobre todo, para ser escuchados ante la desgracia que estaban viviendo a causa de la explotación minera. Permanecieron allí durante semanas, soportando el intenso frío que calaba hasta los huesos. Mientras tanto, en su lejano pueblo, la situación empeoraba. La protesta, que comenzó como una simple petición, duró varias semanas más. Finalmente, un joven abogado se interesó en luchar por ellos. Interpuso una demanda contra los dueños de la mina por la muerte de Juanito y Carmela, así como por la contaminación de la flora y fauna. Para ser escuchado por las autoridades, llamó a los medios de comunicación para dar a conocer la situación de aquel olvidado lugar. La presión mediática fue inmediata. Todos los medios hablaron de la situación, lo que generó tal presión que los representantes del departamento en el Congreso viajaron hasta el pueblo para llegar a un acuerdo. Finalmente, los de la mina ofrecieron una compensación monetaria considerable, pero no detendrían la explotación. La salud de todos los moradores de Pucurhuay estaba muy afectada. Así fue como decidieron aceptar el dinero y buscar nuevos rumbos, dejando atrás a sus muertos y sus recuerdos. Aquel pueblo quedó totalmente desolado, donde ni siquiera la mala hierba volvió a crecer. Desplazados por la muerte

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