Libro La Tierra y sus minerales | Segunda edición

319 318 La Tierra y sus minerales cueva del cerro Pitiq. Ese secreto quedó guardado entre las personas que transportaban el oro y el pueblo de Pitiq. Con el paso del tiempo, algunas personas se enteraron del oro oculto y contrataron a curanderos expertos para dar con su ubicación y apoderarse de él. Tras localizar el lugar, decidieron ir. Solo dos personas descendieron con cuerdas, mientras el resto se quedó en la cima del cerro. Al llegar a la oscura cueva, no encontraron nada de oro; en su lugar, solo fueron asustados por una gran cantidad de sapos que se encontraban en un charco de agua. Decidieron regresar a la cima, pero uno de ellos, en son de broma, guardó un sapo en su bolsillo. Al llegar a la cima, quiso sacarlo, pero descubrió que había desaparecido. El sapo se había convertido en oro. Todos se alegraron bastante y decidieron descender otra vez para sacar todos los sapos. Sin embargo, cuando llegaron a la cueva, los sapos ya no estaban. Entonces decidieron explorar los lugares más profundos, donde era necesario gatear, para realizar una búsqueda más exhaustiva. A pesar de la ardua búsqueda, no encontraron los sapos; solo hallaron excremento de ratón y pedazos de la parte superior de choclos. Guardaron estos restos en sus bolsillos y, muy decepcionados, salieron de la cueva. Cuando regresaron a la cima, se dieron cuenta de que los pedazos de cabeza de choclos se habían convertido en pequeñas pepitas de oro. Se sintieron muy felices y decidieron nuevamente regresar a la cueva oscura. Sin embargo, al ingresar por tercera vez, no encontraron absolutamente nada. Debido a su codicia y a que ni siquiera agradecieron lo poco que habían sacado, los apus y la Tierra escondieron su oro, trasladándolo a otros apus y dioses. Qoriyuq apu runamanta

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