331 330 La Tierra y sus minerales arena, quedaba un poco de material que luego bateaban con un tipo de lavador de madera, traído desde la selva. Finalmente, añadían mercurio para atrapar el orito, y cuando ya estaba libre de arena, solo quedaba oro mezclado con mercurio, que llevaban al fuego para fundirlo y así quedaba listo para vender. Pasados unos años, llegó don Matías y comentó: “En Puerto Maldonado trabajan con volquetes y cargadores; con eso mueven mucha arena y sacan más orito”. Esta noticia interesó a un grupo de personas que estaban trabajando con sus herramientas. Dijeron: “Nos cansamos mucho trabajando con nuestra pala y pico, sacamos poco orito; si trabajáramos con volquete y cargador, no nos cansaríamos tanto y sacaríamos más orito”. Llegaron a un acuerdo para traer esas máquinas y comisionaron a Matías para que fuera a ese lugar y trajera un volquete y un cargador. Tras unos días, Matías regresó y dijo: “Sí, hay para traer en alquiler, pero nosotros tenemos que pagar el traslado y dar un adelanto de dinero para que trabajen, pero es mucho dinero”. Al saber esto, acordaron que todos pondrían una cuota. Para ello, tuvieron que vender sus alpacas y llamas, además de pedir prestado. Así, con mucho sacrificio, lo hicieron posible. Para lavar la arena, construyeron un resbaladero, al que llamaban “chute”. Necesitaron palos, maderas y jebes, lo que significó otra cuota. La gente se unió con sus vecinos y familiares para reunir todo el dinero necesario, y con mucho esfuerzo lo lograron. Al ver que ese grupo de personas realizaba el trabajo, otros grupos comenzaron a hacer lo mismo, extendiéndose por varios sitios. Algunos lograron mejores resultados que con sus caños, mientras que otros fracasaron. Pero justo en ese momento, el oro subió de precio, y la situación mejoró. Ya había dinero, los hijos podían ir al colegio, mejoró la alimentación, la salud, la vestimenta, y volvieron a comprar sus alpacas. Todo era muy feliz, pero olvidaron que estaban destruyendo la naturaleza, contaminando el medio ambiente. Los ríos ya no eran limpios, sino completamente turbios, dejando montones de arena lavada y huecos por todas partes. Era un completo desorden. El orito y la familia alpaquera
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