Libro La Tierra y sus minerales | Segunda edición

337 336 La Tierra y sus minerales través de la coca, el sabio le reveló: “Tus hijos representan a los minerales que abundarán en nuestras tierras y nos sacarán de la pobreza”. Confundida, Juana le preguntó: “¿Qué debo hacer para que mis hijos regresen?”. El sabio le respondió: “Ve a los pies del apu Oquepuyño con mucha fe, y de rodillas grita que te los devuelva, nombrando a cada uno con un mineral. Solo dos de tus hijos saldrán de la cueva. El hijo que no salga será el mineral que abunde en nuestras tierras. No llores, la Pachamama cuidará de él”. Juana se dirigió a los pies del apu Oquepuyño y gritó: “¡Oracio! Serás oro, brillarás como el sol. ¡Plácido! Serás plata, haremos vajillas contigo. ¡Ezequiel! No sé qué mineral nombrarte”. Desesperada, clamó que le devolvieran a sus hijos. Oracio salió de la cueva con mucho oro, Plácido con plata en la mano, pero Ezequiel nunca regresó. Años más tarde, descubrieron el mineral estaño, el más valioso. La explotación formal de este mineral llevó a la creación de la mina San Rafael, que benefició a la familia de Juana y a toda la comunidad con carreteras, educación, viviendas con paneles solares y puestos de trabajo. La Pachamama quedó satisfecha con Ezequiel, ahora convertido en estaño, y bendecidos por el apu Oquepuyño, la prosperidad sigue reinando en esas tierras. El hijo perdido que nos dio abundancia

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