Libro La Tierra y sus minerales | Segunda edición

357 356 La Tierra y sus minerales Copido salió corriendo de la habitación y se fue a llorar a un rincón de la casa. Poco después, Brillo, Diamantín y Beta llegaron para consolarlo, pero no lograron animarlo. A pesar de ello, no lo dejaron solo y lo abrazaron. En ese momento, toda la sala de la casa se iluminó con luces doradas, verdes y blancas que irradiaban Brillo, Diamantín y Beta. Fue un momento muy bonito e importante para Copido, y todos rieron a carcajadas. IV Al día siguiente, Luna salió a dar un paseo sin avisar a sus compañeros, desobedeciendo las reglas de la casa. Aquel día, el sol brillaba con tal fuerza que empezó a sentir mucho calor. Entonces su cabello se transformó en llamas de fuego. Asustada, gritó: “¡Auxilio, me quemo! ¡Ayuda, ayuda!”. De inmediato, Diamantín, Brillo y Beta salieron de la casa, pero no sabían cómo ayudar a su amiga. Copido, al escuchar los gritos, corrió y abrazó a Luna, envolviéndola por completo. Así, logró apagar el fuego. Sabía que, al ser un mineral blando con la propiedad de convertirse en polvo, podía con facilidad apagar las llamas. Sin dudas ni temor, rescató a Luna. Todos aplaudieron con alegría el heroísmo de Copido. —¡Hurra Copido! ¡Hurra Copido! —exclamaron Diamantín, Brillo y Beta. V De regreso a su habitación, Luna reflexionó sobre sus acciones y le hizo un regalo a Copido para disculparse por su mal comportamiento. Acompañó su obsequio con la siguiente nota: “Podremos tener distintas propiedades y cualidades, pero todos somos minerales importantes e indispensables. Gracias, Copido, por salvarme la vida y enseñarme tu valor”. A partir de entonces, todos los minerales fueron grandes amigos, trabajaron unidos y fueron felices para siempre. Moraleja: los minerales tienen muchas propiedades y cualidades que ayudan al crecimiento de nuestro país y del mundo. Por ello, su extracción debe hacerse con responsabilidad para cuidar nuestro Perú. La aventura de Copido

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