371 370 La Tierra y sus minerales —Los hombres de casco blanco y chaleco amarillo nos dieron mucho dinero a cambio de las riquezas que hay aquí en nuestras tierras. Y se marcharon, llorando. Pasaron muchos años. Simón creció y se convirtió en ingeniero, y dicen que volvió a sus tierras. Mientras tanto, en esos años, el zorro Eustaquio y la vizcacha Agustina casi habían muerto de hambre. Se veían obligados a ir al botadero de la mina, donde comían sobras y basura, porque ya no había comida ni tenían un hogar. Un día, mientras el zorro Eustaquio y la vizcacha Agustina buscaban comida, vieron a Simón y gritaron: —¡Simón! ¡Simón! ¿Eres tú? Y Simón les respondió: —Sí, amigos, soy yo. ¡Ay, amigo zorro! ¿Qué te ha pasado? Estás huesudo y desnutrido... El zorro Eustaquio le contestó: —Ya no hay comida, ya no hay vecinos que críen gallinas ni ovejas para comer. Nos encontramos atrapados en esta mina. Simón, llorando y sollozando, le dijo: —Ay, amigo, lo siento mucho, pero no te preocupes, que he vuelto para ayudarlos. Entonces el zorro Eustaquio llamó a todos sus amigos, familiares, a la vizcacha Agustina, pajaritos y lagartijas, y Simón los llevó a una montaña donde la minería nunca llegaría. Allí tuvieron agua limpia, pasto verde, flores, gallinas, ovejas y vecinos muy buenos. Simón se dedicó a salvar y cuidar de los animales que quedaron atrapados en la mina. A todos los trasladó a un buen lugar donde hasta ahora viven muy felices. El niño Simón ahora también es feliz, porque sus hijos estudian en el extranjero y tienen una buena calidad de vida. Ellos, algún día, volverán a trabajar en sus tierras. Colorín colorado, este cuento se ha terminado. Simón, el niño que salvó a sus amigos
RkJQdWJsaXNoZXIy MTM0Mzk2