381 380 La Tierra y sus minerales misteriosa, que parecía vieja, de color verde opaco, mediana pero ágil y con ojos amarillos, le aconsejó que escondiera el oro en las montañas. Al Sol le pareció una buena idea y se dirigió a las montañas. Al llegar, les dijo: —Amigas, les entregaré mi oro para que lo escondan de los incas, que están peleando por él. Las montañas aceptaron la solicitud. En ese momento, la serpiente apareció nuevamente y le preguntó al Sol: —¿Te ayudo a esconder el oro? El Sol aceptó, y la serpiente escondió el oro en la parte más profunda de las montañas. Cuando los incas despertaron y vieron que el oro había desaparecido, se entristecieron. El puma andino, que estaba cerca, les explicó: —El Sol ha escondido el oro para que no sigan peleando por él. Al ver la tristeza de los incas, el Sol se arrepintió de haber escondido el oro y fue a buscar a la serpiente para preguntarle dónde lo había escondido. Sin embargo, la serpiente había cambiado de piel y ahora se veía joven y verde brillante, por lo que el Sol no pudo reconocerla. Así, el oro permaneció escondido en las montañas. Desde entonces, los incas tuvieron que trabajar duro para conseguir el oro y nunca más pelearon por él. Comprendieron que el oro debía ser utilizado para el progreso. Así, cuando lo encontraban, hacían mejoras en sus poblaciones y ciudades. Hasta el día de hoy, seguimos buscando oro en las minas para asegurar un mejor futuro para nuestras familias. Los incas y el dios Sol
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