El niño que quiso escalar la montaña en busca de oro Xiomara Massiel Huayán Linares El niño que aprendió sobre los minerales Jazmín Elizabeth Ugalde Cruz La señora Madre Tierra y don Víctor Steven Angelo Sapacayo Llacho Rocaldo 07 Danton Leandro Valdez Anco Las aventuras de un niño llamado Kalaca Eydan Enzo Martínez Peralta Juan, el minero Valentina García Puitalla Santos Valery Paola Mamani Torres Las aventuras de Cecilio Picos Bianca Letizia Corrales Vara Benjamín Liam Karím Inga Díaz La perseverancia Briseyda Selena Morales Lucano Este es mi país, minero es mi Perú Kristell Michela Cruz Vásquez El niño de las montañas Santiago Stephano Llica Valdivia La pavita de oro Ariana Ponce Julca El Lobo de Cerro Rico Elisa Maryhori Totocayo Uscamayta La historia del apu Tiquimbro Jhoan Clisma Huamani Totocayo Un paseo maravilloso Alejandro Sebastián Apaza Yucra Sueños cumplidos gracias a la Tierra y sus minerales Zoe Rafaella Huamán Flores Diamond y los minerales del planeta Tierra Catalina Priya Machicao Calderón La mujer y el ratón Camila Fernanda Taya Arias La niña que fundó Otapara Jazmín Daylin Villegas Julián Tania y sus amigos los minerales Thiare Valeria Asmat Montenegro Celestela y su gato: aventuras en la mina Isabella Anjhali Mayhuiri Bustinza 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 52 56 60 62 66 70 72 76 80 86 92 96 100 104 108 112 118 122 126 128 130 134 Índice 5 4 La Tierra y sus minerales
La riqueza de un corazón Saíd Vicente Silva Quispe Un pueblo llamado valentía Antonella Valentina Valbuena Moreno El campamento de los minerales Sofía Agüero Cadevilla La voz de la Tierra Dylan Briones Pinche La Tierra y los minerales Camila Alondra Apaza Huachaca El oro mágico Guisell Tipula Flórez El minero que desafió a la Mamapacha Flavio André Pinedo Reátegui Una nueva vida Carlos Joaquín Arapa Rocca Camilo y la mina de oro Melody Abishag Vela Carrasco Los amigos brillantes Raúl Eliud Rímac Cadenas El Casco Mágico Andrew Paul Quispe Ccolque Los mineralitos de transición Salvador Enrique Lemascca Ito Puriq y el anciano Thiago Gael Pinares Palomino Los dos hombres y la pepita de oro Liann Marchelo Quispe Romero Los niños salvan su pueblo Kassandra Valentina Herencia Ticona El gran Sibenito Abiel Arturo Mamani Torres Un lugar llamado Kachaki Akemy Valentina Rojas Ochoa Buscando a nuestra madrina Erick Yana Huayhua Tika, la protectora de las montañas Antonella Chávez Burgos Tierra, el planeta de los minerales Alejandro Sebastián Ríos Castillo Los gemelos y la mina encantada Lucian Raúl Muñoz Velásquez Papá minero y los secretos del apu Alonso Raúl Muñoz Velásquez 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 138 140 144 146 150 152 156 160 166 170 174 178 182 186 190 196 200 202 206 210 214 216 Índice 7 6 La Tierra y sus minerales
La mina mágica Dara Ivanna Maldonado Álvarez Emily y la minería Adriana Luna Maldonado Tinkuy André Llanos Nina La batalla por la protección del oro Yojhan André Huayna Mariaca El regalo de la Pachamama Alejandro Jorge Quispe Valencia El gran premio Claudia Rosangela Galdos Huanca Platalina y sus brillantes amigos Arantxa Katalina Sánchez Cruz La chacra de Pedro Jeick Liam Canaza Peralta La cueva y el valor de los minerales Luis André Ccorahua Chalco Los guardianes de minerales: la aventura inolvidable de Maya Jayleen Danna Pezo Rojas La fiesta de los minerales Mateo Hipólito Vera Chalco César, el pájaro y el puma Thiago Rafael Gamarra Choquehuanca Los minerales de Ccano Diego Santiago Suárez Agüero Los minerales de la Tierra que cambiaron la vida de una comunidad Vanya Thais Valenzuela Huahuasonco El duende de litio Andrea Valentina Naraza Morales Minerales en acción: la aventura de Alfredo y Chapito Benjamín Lyan Cruz Álvarez La familia Ríos y los minerales Luciana Georgeth López Santillán Los volcanes y el cóndor Vania Raquel Corimayhua Benavente El más importante de este país Amira Flores Bellido Desplazados por la muerte Josué César León Yurivilca Un día de aventura Nayleth Brianna Avendaño Rodríguez Inti y los colores de la Tierra Edu Alessandro Yana Estrada 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 218 220 224 228 232 236 240 242 246 250 254 258 262 266 272 274 278 284 288 294 300 306 Índice 9 8 La Tierra y sus minerales
Festimineral Thiago Fabiano Achahui Puma Qoriyuq apu runamanta Jhon Emerson Huamaní Álvarez La fiesta de los minerales Leonardo Daniel Peralta Vásquez El Chinchilico y la coca Abigail Estella Burgos El orito y la familia alpaquera Nayeli Abigail Mara Mamani El hijo perdido que nos dio abundancia Yordy Aldair Gutiérrez Galarza La Rinconada Alejandro Kaleb Tito Arisaca El cerro Rumiorq’o Evans Alejandro Yanqui Colque Los roqueros del oro Rodrigo Griezman Condorcahuana Ccalluchi El guardián de las montañas Luna Michel Alejandro Vargas La aventura de Copido Athena Sullón Andrade Los tesoros de la Tierra Matías Nicolás Altez Carbonel Concurso de los minerales Duncan Santiago Herrera Tipula El minero afortunado Sofía Alejandra Bravo Ubillús Simón, el niño que salvó a sus amigos Kathi Michelle Llave Yupanqui La mina prosperidad de mi comunidad Kiara Cristell Begazo Rodríguez El maravillo sueño de Valentino Arianna Sophia Aguirre Quiñones Los incas y el dios Sol Renata Sofía Gálvez Lazarte Chispita y la amistad en las montañas del Perú Aysel Nazly Barbarán Chaqquere Mi mine aventura Aleshka Tanta Guitton ¿Cómo nacen las calcopiritas? Sophia Antonella Suárez Colana El sueño de un viajero Herber Máximo Calachua Quico 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. 87. 88. 89. 90. 91. 92. 93. 94. 95. 96. 310 316 320 324 328 334 338 340 344 350 354 358 360 364 368 372 374 378 382 386 392 396 Índice 11 10 La Tierra y sus minerales
13 12 La Tierra y sus minerales El Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), que tiene como misión contribuir al crecimiento y difusión de las mejores prácticas mineras en el Perú desde su fundación en 1943, convocó a una nueva edición del Premio Nacional de Minería Escolar-PERUMIN con el apoyo de la Escuela Profesional de Ingeniería de Minas de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa. El concurso, dirigido a estudiantes de primaria y secundaria de instituciones educativas públicas y privadas del país, tiene como objetivo generar conocimiento y promover el interés en el desarrollo de la actividad minera peruana entre los estudiantes de todas las regiones del Perú; además de incentivar la investigación y la creatividad de nuestros escolares, con el interés de difundir la relevancia del sector y sus aportes en el desarrollo económico y social del país. Para la edición del año 2023 se recibieron 368 participantes, estudiantes procedentes de 22 regiones, los cuales demostraron su gran creatividad, conocimiento y su manera de ver a la minería en nuestro país en 4 categorías artísticas: Cuento, Maqueta, Video y Responsabilidad Social. Los 96 cuentos de la presente edición forman parte de la memoria cultural de cada una de las regiones que participaron en el concurso: relatos, tradiciones, un rescate de la historia oral que compartimos con gran satisfacción y que fueron redactados en español y quechua. Los escolares ganadores de la presente edición provienen de 7 regiones del país: Apurímac, Arequipa, Lambayeque, La Libertad, Tacna, Pasco y Puno, una acreditación que nuestra minería está presente a nivel nacional, especialmente en los rincones más alejados de nuestro país, promoviendo una verdadera descentralización y rescatando mediante este concurso el patrimonio inmaterial de nuestros pueblos. Tomás Gonzales Presidente del Concurso “Premio Nacional de Minería Escolar- PERUMIN” Presentación Presentación El rescate del patrimonio inmaterial
15 14 La Tierra y sus minerales Apurímac Institución Educativa Belén de Osma y Pardo Pachamama Hace muchos años, vivía en las alturas de Apurímac una abuelita que, cada mañana, recorría los pueblos más cercanos para enseñar a los niños que la Tierra es la madre de todos los hombres. Les decía que, por eso, la Tierra respira, come, bebe su agüita, se alegra cuando se le da cariño y sufre si se la maltrata. Además, explicaba que la Tierra tiene un corazón noble, ojos infinitos, piel cobriza y un gran manto verde. Guardaba sus tesoros en su vientre, en sus bolsillos, en su mantita colorada, en sus trenzas de oro y en su sonrisa pura. Por eso, decía ella, cuando los hijos no son ingratos, nada les falta mientras vivan bajo el abrigo de la diosa Pachamama. Un día, de regreso a casa, la abuelita se encontró con un minero que arriesgaba su vida buscando minerales valiosos como diamantes, oro, hierro y otros. El hombre había viajado hasta allí guiado por un sueño: más allá de las montañas de arena se encontraba su fortuna. Soñó que encontraría tres diamantes y que, si seguía todos los pasos, incluso multiplicaría sus riquezas. Al escuchar esto, el minero enloqueció y salió sin demora hacia el lugar de sus sueños. Ese día, la anciana le preguntó: —¿Qué busca por aquí, señor? Se nota que no es de este lugar. El hombre le contó sus sueños a la anciana, y esta, al escuchar, se echó a reír a carcajadas, abriendo su boca desdentada y dejando ver los únicos tres dientes que le quedaban. ¡Oh, sorpresa! Brillaban como los ansiados diamantes. ¿Será que ella era lo que el minero buscaba? El minero recordó que su abuelita le decía que los minerales de la Tierra siempre se presentaban en formas de animales u otros seres para despistar a los ambiciosos que los buscaban. Le preguntó a la abuelita: Pachamama Edwin Daniel Félix Villa
17 16 La Tierra y sus minerales —Señora, ¿usted vive por aquí? Necesito su ayuda; usted tiene exactamente lo que estoy buscando. ¿Qué puedo hacer para que me los entregue? La anciana, adivinando lo que el minero deseaba, lo puso a prueba y le dijo: —Claro, te los puedo entregar, pero antes debes probarme tres cosas. Primero, dime, ¿en realidad los necesitas? Segundo, ¿para qué los quieres? Tercero, ¿qué ganamos mis hijos y yo? El hombre, sorprendido, permaneció mudo por un largo rato y al fin le respondió: —Sí, los necesito para mantener a la familia que quiero tener. Y si me los da, cuidaré de sus hijos y de usted. A propósito, ¿cuántos hijos tiene? —Muchos, como las piedras del río —respondió la anciana—, pero ellos trabajan y no necesitan que les regalen nada; lo que sí quieren es que se les cuide. Por ejemplo, tengo dos hijas mayores: una es azul como el cielo y va por todas partes llevando vida; la otra es verde, muy verde. Si cuidas a mis hijos, yo, a cambio, te regalo mis tesoros. ¿Qué te parece si empezamos porque te cases con mi hija Pacha? Así, en poco tiempo, se casaron Pacha y el minero. La anciana estaba feliz porque tenía como yerno a un hombre que, antes, solo buscaba tesoros sin importarle nada más, pero que ahora había comprendido que se puede tener una familia feliz mientras se utilizan las riquezas de la Tierra con sabiduría. Por eso, cada día, el minero iba a las entrañas de la Tierra para extraer recursos, y con las ganancias él y su familia promovían la agricultura, sembraban alimentos y criaban animales. Así nacieron Tiqsillari y Qoripacha, quienes, junto con los demás hijos de la anciana, tenían todo lo que necesitaban. Todos juntos cuidaban de la comunidad y de las hijas mayores de la anciana. Un día, el minero recordó sus sueños sobre los diamantes y le pidió a la anciana que cumpliera su promesa. Ella abrió su gran boca y le mostró no solo diamantes, sino otras riquezas, y le dijo que recogiera todo lo que necesitaba. Entonces el minero comprendió que era la misma Pachamama quien lo había escogido para demostrar que el hombre puede vivir en armonía con la Tierra, usar sus riquezas para lo necesario y devolver con cuidados y amor lo que había recibido. Él sonrió y le dijo: —Pachamama, guárdalos para después. No solo soy yo; detrás de mí vienen mis nietos, bisnietos... Tú eres su seguro de vida, para cuando yo ya no esté. FIN. Pachamama
199 18 La Tierra y sus minerales Arequipa Institución Educativa N° 40038 Jorge Basadre Grohmann Antay, el hijo del Misti Hace mucho tiempo, en la ciudad de Arequipa, todo era felicidad y prosperidad. Los chacareros de aquellos años se dedicaban a cultivar sus tierras y criar animales. Sin embargo, un día el Misti erupcionó de repente, quemando todos los cultivos con su lava, y las pocas casas que se salvaron se cayeron por los temblores causados por la erupción. La ciudad quedó casi destruida, y sus pobladores estaban asustados y tristes ante la ira del Misti. Al darse cuenta de lo sucedido, el Misti se sintió mal. Oculto entre la nieve y las nubes, no sabía cómo remediar el daño que había causado a sus amados pobladores. Antay, el hijo del Misti Fabiana Sofía Alvarado Villanueva Hasta que, un día, se le ocurrió enviar a su hijo Antay para que ayudara a los chacareros a reconstruir la ciudad y así remediar el daño causado. Antay bajó a la ciudad y, al encontrarse con un grupo de chacareros, les dijo: —Soy Antay, y mi padre, el Misti, me ha enviado para ayudarlos a reconstruir la ciudad. Algunos pobladores, aún molestos, lo abuchearon y le lanzaron tomates al pobre Antay. —Tu padre fue quien causó esto —exclamaron los pobladores—, nos dejó sin casas, sin cultivos y sin animales.
21 20 La Tierra y sus minerales Apesadumbrado, Antay corrió llorando hacia su padre y le contó lo que había sucedido. —Padre, los pobladores están molestos porque no tienen casas y han perdido sus cultivos —le dijo Antay. —Debes regresar —respondió el Misti—, pero antes te enseñaré a usar la lava para hacer sillar, un material más fuerte y resistente para sus casas. Entonces Antay volvió a la ciudad, reunió a los chacareros y les dijo: —Mi padre me ha enviado para ayudarles a construir sus casas con sillar. —¿Sillar? ¿Qué es eso? —preguntaron los chacareros. —Es una nueva piedra que se formó con la lava que salió de mi padre. Es más fuerte, resistente y bella que las piedras que usaban antes. Antay condujo a los chacareros a las canteras y les enseñó a tallar el sillar y darle forma en bloques para construir sus casas. Los chacareros aprendieron pronto a tallar este material y lograron hacer esculturas y adornos para la ciudad. Antay regresó donde su padre y le contó lo felices que estaban los pobladores. El Misti se alegró y le dijo: —Ahora te enseñaré cómo unir los sillares con mis cenizas. Cuando Antay bajó nuevamente a la ciudad, les dijo a los chacareros: —Ahora mi padre me envió para enseñarles a unir el sillar con cemento. —¿Cemento? ¿Qué es eso? —preguntaron los chacareros. —Son las cenizas que salieron de mi padre. Al mezclarlas con agua y arena, unirán los sillares. Así, sus casas no se caerán ante nada y serán más fuertes que antes. Antay llevó a los chacareros a Yura, donde había una gran cantidad de cenizas, y les enseñó a recolectarlas y mezclarlas para convertirlas en cemento. Así, los pobladores pronto pudieron reconstruir la ciudad con casas más grandes, fuertes y bellas. Emocionado con el progreso de los chacareros, Antay fue donde su padre y le pidió que le enseñara a aprovechar más recursos de la Tierra para que los chacareros pudieran seguir progresando. El Misti le enseñó entonces el uso del cobre. Antay se reunió con los chacareros y los llevó a Cerro Verde, donde les mostró un metal de color rojizo que los sorprendió a todos. Antay, el hijo del Misti
23 22 La Tierra y sus minerales —Esto es cobre —dijo Antay—, un metal fácil de moldear, con el que podremos fabricar los utensilios que necesitamos. Con las enseñanzas de su padre y la inteligencia de los chacareros, Antay creó forjas donde empezaron a fabricar los utensilios que la población necesitaba. Primero hicieron cosas básicas, como ollas para cocinar y tubos para conducir el agua desde los manantiales hasta las casas. Con el tiempo, al mejorar sus habilidades, desarrollaron láminas finas para adornar puertas o grabar direcciones, e incluso crearon finos hilos de cobre para artesanías. Más tarde, con la ciudad ya reconstruida y en pleno progreso, los pobladores hicieron un adorno de sillar y cobre para agradecer al Misti por haber enviado a Antay y regalarles los minerales. —Llévanos donde tu padre para agradecerle por su bondad y entregarle este obsequio de parte de todos —dijo uno de los chacareros más antiguos. —Los llevaré, aunque el camino es largo y peligroso —respondió Antay. Finalmente, un grupo de chacareros elegidos partió junto a Antay rumbo al Misti. Cuando llegaron, le dijeron: —Señor Misti, protector de la ciudad, gracias por enviar a Antay y enseñarnos el uso de los minerales y productos que nos brinda esta gran urbe —exclamaron emocionados, señalando desde lo alto al centro de la ciudad—. Esta hermosa catedral, hecha de sillar y cobre, es para ti, en señal de nuestro eterno agradecimiento. El Misti, conmovido, contestó: —Gracias, hijos míos, yo siempre los protegeré. Pero recuerden usar de forma correcta los minerales y recursos que les brindo, no contaminen el agua y no destruyan la campiña. Para que las futuras generaciones disfruten de la Tierra y de sus recursos, y para poder vivir felices y en armonía. Los pobladores regresaron a la ciudad, transmitieron el mensaje del Misti, y desde entonces vivieron felices bajo la protección del Misti y de Antay. Antay, el hijo del Misti
Puno I.E.P. N° 70665 Tiracoma 25 24 La Tierra y sus minerales Hace muchos años, en un hermoso pueblo llamado Perú, donde los paisajes eran maravillosos, crecían bellas flores y enormes árboles, las personas vivían en paz y armonía, dedicadas a la agricultura, la ganadería y la pesca. Un día, dos familias vecinas entraron en conflicto por unos terrenos. El problema fue tan grande que sus gritos llegaron hasta el cielo. Las nubes, Quri lluqsinamanta Brandon Gabriel Rosas Mamani asustadas, se encogieron haciéndose cada vez más pequeñas y terminaron escondiéndose. El dios Sol les advirtió: —No se escondan, esto no será bueno para los pobladores de Perú. Pero las nubes, atemorizadas por la discusión, se negaron a salir. Aquel año, no dieron gotas de lluvia al pueblo. Por ello, hubo sequía en Perú y los cultivos se secaron y los animales comenzaron a morir. Fue un tiempo difícil para el pueblo. Los hombres y mujeres lloraban y clamaban al dios Sol por ayuda. Él, entristecido por el sufrimiento de las personas, derramó lágrimas de profundo desconsuelo. Aquellas lágrimas llegaron hasta los picos nevados de los cerros. Los apus, los espíritus protectores de las montañas, se conmovieron y le dijeron al Sol: —Convertiremos tus lágrimas en piedras preciosas y mágicas de color dorado, y las llamaremos oro. Quri lluqsinamanta
Quri lluqsinamanta 27 26 La Tierra y sus minerales Así, las lágrimas del Sol cayeron sobre los nevados y, con el frío de la nieve, se solidificaron y se convirtieron en piedras doradas que quedaron guardadas en los cerros. Un día, una señora llamada Minerva caminaba cerca de un cerro y encontró en el suelo una piedra dorada. La tomó en sus manos y escuchó una voz; era uno de los apus de los cerros que le decía: —Minerva, esa piedra dorada que tienes en tus manos se llama oro. Llévala al río, introdúcela en el agua y piensa en aquello que necesitas: alimentos o vestimenta y se convertirá en eso. Minerva, agradecida, respondió: —Muchas gracias. La voz añadió: —Ve y cuéntale a tus vecinos. Yo guardaré este oro y se los daré siempre que vivan en paz y armonía. Las personas del pueblo reflexionaron y prometieron vivir en paz entre todos. Finalmente, fueron al río, llevaron el oro y lo pusieron en el agua, y se convirtió en alimentos, ropa y todo aquello que necesitaban. Estaban muy felices. Las nubes, al ver que la población vivía en paz, salieron de su escondite. Llenas de alegría, enviaron pequeñas gotas de lluvia al pueblo. Entonces todo floreció; las plantas y los árboles se llenaron de frutos. Las personas comprendieron que cuando el corazón está lleno de bondad, todo a su alrededor florece. Así, Perú se convirtió en un pueblo próspero y feliz.
Arequipa Colegio Particular Mixto “San Francisco de Asís” de Mollendo 29 28 La Tierra y sus minerales Tita es una de las hijas de la Tierra. Vive en el regazo de su madre junto a sus hermanos: Orito, Molito y Cubrito. Tita tiene los ojos grises, como el cielo, cuando quiere llorar. Sus pestañas son largas, su nariz diminuta, y su cara ovalada, como el huevo que pone mi gallina Valentina. Sus orejas y su boca son pequeñas. Su cabello, de color plata, es ondulado e interminable. Su cuerpo es fino como la mina de un lápiz, con brazos largos y delgados, y piernas Tita, la pequeña de cabellos plateados Dominic Gabriel Sánchez Benavente flacas y difusas. Su piel es plomiza, como las nubes cuando están cargadas de agüita antes de la lluvia. Tita sabe que fue creada para servir a la gente. Una noche, escuchó a lo lejos a un hombre triste que decía: —¡Ahora que ya no trabajo, ¿cómo alimentaré a mi familia? Tita oyó esa queja durante varias noches. Tita, la pequeña de cabellos plateados
31 30 La Tierra y sus minerales Decidió entonces hablar con su madre para que el hombre pudiera verla. Una de esas noches, permitió que la punta de uno de sus cabellos emitiera un destello. El hombre, intrigado, se acercó para ver de qué se trataba. ¡Era verdad, era plata! ¡El precioso mineral blanco! Contento, corrió a avisar a sus hermanos para que lo ayudaran a extraerla. Tita estaba a punto de cumplir su misión. Sin embargo, los hombres no tenían las herramientas adecuadas para separarla de su hogar. Entonces acudieron a una empresa que sabía cómo extraerla sin dañar a la Tierra. Una tarde, antes de iniciar la extracción, un hombre soñó con una niña de color plata que le decía: —Me mostré ante ti para que puedas trabajar y sostener a tu familia, pero te pido que no maltrates a mi madre. Ella debe seguir siendo fértil para mis hermanas de arriba: las plantas, que producen alimento para los animales y las personas. El hombre despertó y prometió: —No te preocupes, niña plateada, no la lastimaré. En los lugares donde te extraiga, plantaré árboles para recordar tu ayuda. Tita fue separada y transformada, junto a otros bellos objetos que el hombre vendió, en dos preciosos anillos de plata brillante. El hijo del hombre se los regaló a su madre, como un homenaje a la Tierra. Tita, la pequeña de cabellos plateados
33 32 La Tierra y sus minerales Junín Había una vez un niño como yo, muy curioso. Todo el tiempo preguntaba: “¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?”. Quería entender y descubrir el porqué de todo: cómo se forman las nubes, de qué están hechas, de dónde vienen y a dónde van las aguas del río, de dónde vienen los niños, por qué los aviones vuelan, por qué las aves vuelan, por qué las estrellas brillan, qué hace que los carros se desplacen, por qué las moscas vuelan. Miraba algo extraño y se preguntaba: “¿Por qué?”. Siempre estaba lleno de preguntas, y todos El niño preguntón Josué Caleb Morán Chile Institución Educativa N° 31540 “Santa Isabel” lo conocían como el niño preguntón. Todas sus respuestas eran conseguidas a veces con tan solo preguntar a los mayores, y se ponía contento con las respuestas que lograba, otras veces buscaba en un libro, otras experimentaba y otras las obtenía observando un video. Cierto día, mientras almorzaba y masticaba su comida, se preguntó: “¿Por qué la comida está tan rica? ¿Qué ha hecho mamá para que esté tan deliciosa?”. Quería preguntarle, pero tenía la boca llena y la cuchara entre los dientes. De repente, mordió tan fuerte, pensando que era la carne, y escuchó un ruido en su boca: crack, crack, crack, y sintió un dolor. Al escupir la comida, se dio cuenta de que había mordido un diente. De inmediato, se preguntó: “¿Por qué la cuchara es tan dura? ¿De qué está hecha?”. Olvidó el dolor y la comida, y le consultó a su mamá. Ella le respondió que la cuchara era de metal, y por eso era dura. Así comenzaron las aventuras de Josué, todo por un “¿por qué?” y por un diente roto. A partir de ahí, surgieron muchas más preguntas. Josué se lavó la boca y volvió a preguntarle a su madre: “¿De dónde vienen los metales? ¿Quién los El niño preguntón
35 34 La Tierra y sus minerales produce?”. Ella le dijo que venían del interior de la Tierra, pero él no quedó satisfecho. Inquieto, siguió insistiendo. Su madre, un poco molesta, le dijo que su padre, quien era minero, sabía más del tema. Entonces Josué preguntó a su padre: “¿De dónde vienen los metales?”. Su padre le dijo que provenían de la Tierra. Sin embargo, esa respuesta tampoco le satisfizo, pues veía arena y polvo por todos lados y no podía creer que de allí salieran los metales. Siguió insistiendo y añadió: “¿Por qué no encuentro trozos de metal en la arena? ¿Y por qué muchas de las cosas que veo están hechas de metal, como los carros, la puerta, las ventanas, mis juguetes, las ollas, las sillas, etcétera? ¿No sé de dónde vienen?”. Ante tantas preguntas, el padre le dijo que lo llevaría a su trabajo para dar respuesta a sus consultas, pues había escuchado que la mejor manera de aprender era experimentando. Josué, emocionado ante la propuesta de su padre, estuvo inquieto varios días y pensó en las respuestas que obtendría. Una noche, su padre le anunció que al día siguiente saldrían de madrugada hacia su trabajo. Esa noche, Josué no pudo dormir. Había escuchado que en el trabajo de su padre había túneles y que era como una ciudad dentro de la Tierra. Se imaginaba edificios, árboles, caminos, ríos, parques, pero también monstruos y arañas gigantes, y eso le daba miedo. De repente, por la madrugada, su padre lo llamó: “¡Josué, hora de levantarse!”. El niño saltó de la cama, y juntos salieron rumbo a la mina. Ese viaje era importante para Josué, quien tenía más preguntas en mente: “¿Qué hay dentro de la mina? ¿Cómo viven las personas dentro de ella? ¿Cómo es el trabajo de papá? ¿Qué comen las personas allí? ¿Cómo son los metales?”. Al llegar, observó los hermosos cerros cubiertos de nieve, el cielo azulado, el sol esplendoroso, una laguna con aguas azuladas y unas casas muy bonitas. El día era perfecto para la aventura. Ante tanta belleza, preguntó a su padre: “¿Dónde está la mina? ¿Dónde? ¿Dime dónde?”. Su padre le pidió paciencia y le prometió que pronto se la mostraría. Las personas que encontraban vestían uniformes similares y eran amigables; saludaban a su padre y a Josué con un apretón de manos o abrazos. Su padre le dijo: “Ellos son como mis hermanos”. Padre e hijo se colocaron la vestimenta necesaria para entrar a la mina. Josué, emocionado, se sentía como un astronauta con aquella ropa: bluyín, chaqueta, chaleco, botas, tapaboca, guantes y casco con foco. Caminaba dando pequeños saltos como un cosmonauta mientras su padre lo guiaba hasta un carro en el que se subieron. El niño preguntón
37 36 La Tierra y sus minerales El carro se acercó a un túnel, y Josué sintió un poco de miedo. Por un momento, no quiso entrar, recordando los monstruos que había imaginado la noche anterior. Pero su curiosidad fue mayor, y se adentraron en el túnel. Dentro, vio una calle iluminada por focos, tubos largos y vehículos que se desplazaban lentamente. Fue en este lugar, en una mina, donde Josué aprendió sobre los metales. A medida que avanzaba el carro, observó unos volquetes que trasladaban tierras de diferentes colores. Preguntó: “¿Qué es lo que llevan?”. Algunas personas le respondieron: “Son minerales”. Después de varios minutos, el chofer dijo: “Ya llegamos”. Bajaron del carro, y Josué vio más personas vestidas como ellos, amables, que se saludaban con los que bajaban del carro. Pero esas personas estaban sucias y cansadas; su padre le explicó que se iban a descansar. Caminaron como una cuadra, y Josué observó que el camino terminaba allí. Sus ojos vieron un vehículo que tenía en la parte delantera luces potentes, como si fuera el sol. Tenía una punta que perforaba y sacaba trozos de piedras, arena y algo de agua. Para él era extraordinario. Su padre le explicó que, de esa manera, se extraía el mineral, que contenía los metales. Le dijo: “Esa piedra, esa arena, ese lodo; todo está mezclado, pero ahí se encuentra el hierro, la plata, el oro, el cobre, el zinc, el aluminio, etcétera”. “El niño, como siempre, hizo otra pregunta: “¿Y cómo separan esos metales?”. Un hombre, al que llamaban “inge”, le tocó la cabeza y le explicó: “Esa arena y esas piedras se trasladan a unas ollas gigantes, donde se someten a mucho fuego, mucho calor. La arena y la piedra se convierten en una masa líquida, y luego se separan los metales: hierro, plata, oro, cobre, zinc, aluminio, etcétera”. El “inge” le respondió que esos minerales se vendían a otros países donde los convertían en productos que usamos, como las ollas, los celulares, los carros. Además, le comentó lo importante que es la minería, no solo para pagar a los mineros, sino también para apoyar la salud, la educación y cuidar el medio ambiente. Ese día fue extraordinario para Josué. Aprendió de dónde vienen los metales, cómo es la vida en una mina y comprendió lo fundamental que es la actividad minera. Estuvo feliz, porque por fin había obtenido respuestas a sus preguntas. Ese niño de la historia soy yo. El niño preguntón
39 38 La Tierra y sus minerales Cajamarca Cierto día, mientras esperábamos la merienda bajo los últimos rayos del sol, el abuelo Cayetano nos dijo señalando hacia arriba: —Voy a contarles un cuento, se trata de ese cerro. Todos lo miramos fijamente. Era el cerro de Algamarca. —¿Qué cuento nos contará hoy? —me pregunté—. Siempre nos habla del zorro y el cuy, los duendes y la paca paca, pero ahora es sobre el cerro. Nos acercamos más a su lado, atentos a escuchar. —Ese cerro que ven allá “llora oro” —exclamó el abuelo Cayetano. El regalo del dios Sol Edith Lisbet Huamán Ruiz Institución Educativa N° 82887 Moyán Bajo Nos quedamos encantados, sin decir nada, hasta que mi primo Jhoel preguntó: —¿De qué se trata, papacito? ¿Qué nos quiere contar? Nos apretujamos más cerca de él, y el abuelo comenzó su relato: —Hubo un día en que el dios Sol, muy temprano, salió por el Chochoconday. Al pasar por Moyán Bajo, contempló todo el maravilloso territorio que había creado, y decidió pedirle prestado su lomo al cerro Algamarca. Le dijo: “Majestuoso cerro Algamarca, préstame tu cima para poder descansar por un momento y juntos contemplar el verdor de las llanuras y el dorado de los trigos”. El regalo del dios Sol
41 40 La Tierra y sus minerales —El cerro Algamarca le contestó al dios Sol: “¡Oh, dios Sol, creador de la Tierra, quédate conmigo todo el tiempo que quieras”. Así, el dios Sol se sentó en su lomo, y su luz bañó todo el valle, hasta Cajabamba, Huamachuco, San Marcos, el pueblo de Tantal, Huacaday y mucho más allá —añadió el abuelo Cayetano—. Todo era posible, ya que el cerro es muy alto y hermoso. —Fue entonces cuando el cerro Algamarca se sintió tan feliz de tener en sus hombros al gran dios Sol, que le pidió quedarse allí para siempre — comentó el abuelo—. Pero la envidia despertó en todos los cerros vecinos, que empezaron a llamar al Sol, diciendo: “Pósate sobre mí también, y juntos contemplemos lo maravilloso de tu creación”. Todos los cerros reclamaban al Sol, pero él no les hizo caso, pues debía continuar su camino. —Cuando el dios Sol se disponía a seguir su camino, el cerro Algamarca le rogó, llorando, que no se fuera —agregó el abuelo Cayetano—. Pero el Sol se levantó y siguió. Cuando ya estaba lejos, el cerro Algamarca comenzó a llorar, pidiendo que regresara. “Vuelve a mí”, le decía cada vez más fuerte. Al escuchar cómo los otros cerros se reían y se burlaban de Algamarca, pues ya no tenía compañía, el Sol sintió pena por él. —¿Y entonces qué sucedió? —preguntamos casi todos al mismo tiempo, ansiosos por saber más. El abuelo respondió: —El dios Sol, al ver que las lágrimas del cerro ya llegaban al valle de Condebamba, decidió volver, pero no para quedarse. Lo que hizo fue muy hermoso: transformó sus lágrimas en oro y plata. Con una voz fuerte, le dijo: “Desde hoy, tus lágrimas se convertirán en oro, así todas las personas que viven en este pueblo vendrán para acompañarte día y noche, y no volverás a estar solo”. Tras decir esto, siguió su camino hasta perderse en el horizonte. —Desde ese día, hombres y mujeres, familias enteras, en pequeños grupos o grandes empresas, vienen al cerro a cumplir lo dicho por el Sol: hacer compañía al cerro y secar sus lágrimas, que sirven de sustento a muchos hogares de nuestro querido Moyán Bajo y de todo el Perú —señaló el abuelo—. Ha pasado mucho tiempo desde ese maravilloso día. El Sol no se olvida del cerro y todos los días vuelve, recordándole lo importante que es para todos. —¿Cuándo dejará de llorar? —le pregunté a mi abuelo. —Nadie lo sabe —respondió—, pero el cerro siempre estará acompañado. Entonces todos reímos y fuimos a merendar, felices y contentos. El regalo del dios Sol
43 42 La Tierra y sus minerales Arequipa Había una vez, en la hermosa ciudad de Arequipa, una zona rica en minerales y rodeada de majestuosos volcanes. En medio de este paisaje se encontraba la famosa mina Cerro Verde, que albergaba tesoros ocultos bajo su superficie. Pedro y los hermosos minerales Maryut Ariana Meza Ccahuana Institución Educativa N° 41026 María Murillo de Bernal En aquel tiempo, la ciudad de Arequipa era un lugar próspero gracias a la explotación minera. Muchas personas se dedicaban a trabajar en las minas, extrayendo los minerales con gran esfuerzo. Entre ellas, estaba Pedro, un joven ingeniero de minas con una inmensa pasión por su trabajo. Pedro era curioso y siempre buscaba aprender más sobre los minerales que la Tierra escondía. Estudiaba con dedicación para entender cómo se formaban, sus propiedades, y cómo podían ser utilizados de manera responsable para el beneficio de todos. Un día, mientras exploraba la mina Cerro Verde, Pedro encontró una cueva. Al entrar en ella, se sorprendió al ver que estaba llena de cristales de muchos colores, formas y con un brillo incomparable. Pedro y los hermosos minerales
45 44 La Tierra y sus minerales Pedro tomó uno de esos cristales, lo llevó hacia un rayo de luz solar y observó, maravillado, cómo se formaba un arcoíris de colores. Parecían verdaderas joyas naturales. Decidió recolectar algunas muestras para analizarlas y descubrir de qué estaban hechas. Compartió su hallazgo con otros ingenieros, y juntos planearon aprovechar los cristales de manera responsable, sin dañar el medio ambiente. Así, establecieron un centro de investigación en la ciudad de Arequipa. Este centro se convirtió en un modelo a nivel nacional e internacional. Allí, enseñaban a las nuevas generaciones sobre la importancia de la minería y cómo llevarla a cabo de forma responsable, utilizando métodos de extracción que no afectaran la naturaleza. Los habitantes de Arequipa también se comprometieron a cuidar la Tierra y sus minerales. Realizaban reforestación en las áreas afectadas por la extracción minera para mantener el equilibrio natural. Arequipa se transformó en un ejemplo de desarrollo en la industria minera. Gracias al esfuerzo de Pedro y su equipo, la minería responsable se hizo realidad, asegurando un medio ambiente limpio y saludable. Colorín colorado, este cuento ha terminado, pero la historia de Arequipa y sus minerales sigue por generaciones. Arequipa continúa siendo próspera, y sus habitantes conviven en armonía con la Tierra, gracias a la mina de Cerro Verde, símbolo de conciencia ambiental y respeto a la naturaleza. Pedro y los hermosos minerales
47 46 La Tierra y sus minerales Arequipa En un pueblo de la sierra, llamado Wasiwayra, vivía una niña de ojos brillantes llamada Qori Ñahui. Algunas personas del lugar la miraban con recelo, mientras que otras la observaban con cariño, pues sus ojos brillaban como el sol durante el día y como las estrellas por la noche. Los niños se acercaban y le preguntaban: Qori Ñahui y el progreso de su pueblo Wasiwayra Karol Rhiany Torres Rondón Institución Educativa N° 41026 María Murillo de Bernal —¿Por qué brillan tus ojos? —Porque los heredé de mi abuelita —respondía la niña. —¿Y ves bien con esos ojos? —le consultó un niño un día. —Por supuesto, veo mejor que tú —le respondió Qori Ñahui. —¡Pero eres rara! —le contestó el niño. —Yo no soy rara, soy una niña igual que tú —le replicó Qori Ñahui. Otro niño le preguntó: —Es cierto que todos te miran, pero dime, ¿el cóndor también te mira? —También el cóndor —le contestó Qori Ñahui. —¿Y el puma te mira? —intervino otro niño. —También el puma —aseguró la niña. —¿Y el burrito te mira? —le inquirió otro niño. —Por supuesto que sí —respondió la niña. Qori Ñahui y el progreso de su pueblo Wasiwayra
49 48 La Tierra y sus minerales Con el tiempo, la gente del lugar llegó a quererla mucho, pues era una niña muy bondadosa. Cuidaba a las ancianas y a los niños, amaba a las plantas y a los animales. Nunca destruía los nidos de los pajaritos ni lastimaba a los pichoncitos; las hormigas y los escarabajos eran sus amigos, y se maravillaba al observar cómo trabajaban. Se comunicaba con ellos mediante sonidos que había aprendido de los animalitos. Un día, Qori llevó a sus ovejas a pastar a lo alto de la montaña. Mientras les daba agua en un puquial, escuchó una voz extraña: —Niña, tengo mucha sed. ¿Podrías darme un poco de agua? —le preguntó la voz. Qori volteó y vio a un niño aproximadamente de su edad. Recogió agua con las manos juntas y se la ofreció. Luego, le dio un poco de chuño sancochado y un pedazo de queso. El pequeño se despidió de ella y le dijo: —Eres una niña muy buena, por eso, en agradecimiento, te daré el oro que cuido allá en el cerro. Qori, asombrada, regresó a su casa y le contó a su abuelita lo que había sucedido. La abuelita le dijo: —¡Ay, Qoricha! Ese niño era el Muqui, el espíritu de las montañas. Como fuiste buena con él, seguro que nos dará su bendición. Con el tiempo, el Muqui se hizo amigo de Qori y la invitó a visitar una cueva donde había una gran cantidad de oro. —Esta es la veta de oro que falta explotar. Te la doy para que la explotes tú —le dijo el Muqui. —¡Gracias, muchas gracias! La explotaré cuando sea grande, pero no ahora —exclamó la niña. ¿Por qué Qori no extrajo de inmediato el oro? Porque era todavía muy pequeña, no tenía el conocimiento ni la fuerza para protegerlo. Si hubiera avisado a la Qori Ñahui y el progreso de su pueblo Wasiwayra
51 50 La Tierra y sus minerales gente de su pueblo, podrían haberse peleado por quedarse con el tesoro. Pensó que, cuando fuera adulta, lo explotaría en beneficio de su comunidad. Así, guardó el secreto durante muchos años. Pasó el tiempo, y Qori creció hasta convertirse en una hermosa joven. Estudió para ser profesora y enseñaba a los niños de su pueblo sobre “La Tierra y sus minerales”. Les decía: —El planeta Tierra es el lugar donde vivimos, nos cría y nos da de comer. Es nuestra madre, y nosotros somos sus hijos. Debemos cuidarla, no contaminarla, y proteger a las plantas y a los animales con los que convivimos. —Profesora Qori, ¿qué minerales tiene la Tierra y para qué sirven? —le preguntó un niñito. —En los cerros y en el suelo hay muchos minerales, como el cobre, el oro, la plata y otros —le explicó Qori Ñahui—. Con ellos se fabrican carros, lavadoras, televisores, computadoras, cucharas, ollas y muchas cosas que nos son útiles. Todo es muy diferente de lo que conocían nuestros abuelitos, que crecieron preparando sus alimentos en una cocina de leña, en un fogón, y utilizando baldes de agua. —¿Quiénes extraen los minerales? —le consultó otro niño. —Los mineros son quienes se encargan de extraerlos —le respondió al niño. —¿Qué beneficios trae la minería? —le preguntó otro niño. —La minería nos trae muchos beneficios para el pueblo —le contestó ella. Así fue como Qori y su comunidad, junto con una empresa minera, explotaron la mina que el Muqui le había revelado. La empresa proporcionó maquinarias como excavadoras y volquetes, y el pueblo contribuyó con trabajo, mejorando así la vida de sus habitantes. Ya no vivían en la pobreza. Se construyeron viviendas modernas, guarderías y colegios. También se establecieron servicios de salud, agua potable, electricidad e internet, lo que permitió acceder a nuevos conocimientos. Además, la minería ayudó a mejorar la agricultura y la ganadería, haciendo de Wasiwayra un pueblo moderno y próspero, donde todos vivían como hermanos, sanos y felices. Qori Ñahui y el progreso de su pueblo Wasiwayra
53 52 La Tierra y sus minerales La Libertad En un pueblo cercano a la montaña vivía un niño llamado Filimino. Era muy curioso, y a sus 8 años le gustaba explorar las montañas en busca de oro. Un día, decidió decirle a su madre que iría a una montaña para rastrear el preciado metal. Con lágrimas en los ojos, ella le suplicó: —¡Hijo, por favor, no te vayas! ¿Acaso me vas a dejar sola? El niño que quiso escalar la montaña en busca de oro Xiomara Massiel Huayán Linares Institución Educativa N° 80081 Julio Gutiérrez Solari —No, mamá, regresaré en unos días. Además, mi primo vendrá a visitarte mientras yo esté fuera —la tranquilizó Filimino—. No te pongas triste; no iré solo, mi tío Javier me acompañará, y él me cuidará mucho. Iremos a buscar oro para venderlo en la ciudad, así podremos comprar alimentos y vivir tranquilos. Con esa ilusión y esperanza, Filimino y su tío Javier partieron rumbo a las montañas. El niño que quiso escalar la montaña en busca de oro
55 54 La Tierra y sus minerales Cuando llegaron, comenzaron a trabajar. Con un pico y una pala, empezaron a cavar un agujero para entrar en el interior de la montaña, lo cual les tomó varios días. Al fin, lograron ingresar y se llevaron una gran sorpresa: no solo encontraron oro, sino también una gran cantidad de otros minerales, como cobre, plata y bronce. Además, de la mina brotaba agua cristalina. Filimino y su tío Javier encontraron así la solución para salir de la pobreza. Extrajeron el oro, ya que era el mineral que más dinero les podía hacer ganar, pero también extrajeron bronce y plata. Llevaron estos tres minerales a la ciudad y lograron emprender un negocio. Allí, no solo vendían los minerales, sino que también aprendieron a fundirlos para realizar diferentes tipos de joyas. A su corta edad, Filimino, junto a su madre y su tío, emprendió un próspero negocio, creando su propia tienda de joyas hechas de oro puro, plata y bronce. Así fue como la minería ayudó a Filimino y a su familia a progresar y salir de la pobreza. Hoy en día, ese niño es un gran empresario, cuyas joyas son muy solicitadas en la ciudad y en el extranjero. El niño que quiso escalar la montaña en busca de oro
57 56 La Tierra y sus minerales La Libertad Había una vez un niño al que no le gustaba mucho estudiar. Un día, en clase, se habló sobre los minerales, y por primera vez, prestó mucha atención a lo que decía la maestra. Ella explicó que los minerales son fundamentales para la vida en todo el planeta Tierra. Contó que se utilizan para construir muchas cosas: nuestros colegios, hospitales y, El niño que aprendió sobre los minerales Jazmín Elizabeth Ugalde Cruz Institución Educativa N° 80081 Julio Gutiérrez Solari lo más sorprendente, mencionó que los artefactos eléctricos están compuestos por minerales; el celular con el que hablamos y la computadora también se fabrican a partir de ellos. La maestra también habló sobre el rubí, uno de los minerales más duros y, además, muy hermoso, que brilla como los rayos del sol. Por otro lado, mencionó que el talco es el mineral más blando, y comentó que el petróleo contiene minerales, lo cual es increíble, porque algunos carros funcionan con petróleo. El niño que aprendió sobre los minerales
59 58 La Tierra y sus minerales El niño quedó tan maravillado que pensó: “¡Oh, entonces la vida está hecha de minerales y yo no lo sabía! Nuestro planeta debería llamarse Planeta Mineral”. Cerró sus ojitos y se preguntó: “¿Cómo sería un mundo sin minerales? No tendríamos computadoras, ni tablets, ni casas, ni edificios donde estudiar”. También reflexionó sobre cómo se extraen los minerales. Así, el niño soñaba despierto, fascinado con la clase sobre minerales. Se imaginó siendo un superhéroe de los minerales. Pero llegó la hora de irse a casa, y cuando estaba cerca de su hogar, de repente vio a lo lejos una mina. Vivía en la sierra, pero nunca se había dado cuenta de lo que eran los minerales; pensaba que era solo un cerro viejo. Entonces recordó que su tío trabajaba en la mina y le había contado que extraían oro, plata, cobre, diamantes, esmeraldas, entre otros minerales. Mientras recordaba esto, ¡oh!, tropezó con una piedra y se cayó. Se levantó, recogió la piedra con la que se había tropezado y recordó que esa piedrita también era parte de los minerales. Entonces pensó: “Hasta una piedra rocosa contiene minerales”. Llegó a su casa feliz porque había aprendido sobre los colores, la fuerza, y el tamaño de los minerales, y entendió lo importantes que son en nuestras vidas. De inmediato, pensó: “Cuando sea grande, seré un ingeniero de minas”. El niño que aprendió sobre los minerales
61 60 La Tierra y sus minerales Arequipa Cuenta una historia que había un señor llamado don Víctor Apaza, un hombre que respetaba a la señora Madre Tierra. Siempre, ofrecía un pago a la Tierra con vino y coca para que le vaya bien en la agricultura y en la crianza de vacas lecheras. A pesar que le iba bien, el dinero no le alcanzaba para mantener a su familia y eso lo entristecía mucho. Don Víctor vivía en el distrito de Uchumayo, en la ciudad de Arequipa. La señora Madre Tierra y don Víctor Steven Angelo Sapacayo Llacho Institución Educativa Jesús de Nazareth CIRCA Un día, como todos los días, don Víctor fue a regar su chacra y a extraer leche de sus vacas. Al terminar su trabajo, se sentó cansado en un sillar y, abatido por la tristeza, lamentó no poder sostener a su familia. Sin querer, derramó la leche en el suelo y, desolado, comenzó a llorar. De repente, escuchó una voz que le dijo: —No estés triste. Te ayudaré, pues me ha gustado la leche y el vino que me diste de beber para calmar mi sed y la coca para picchar. Don Víctor, sorprendido, le preguntó: —¿Quién eres? —Soy la Madre Tierra —respondió la voz— que tanto respetas y cuidas y es por eso que te voy a ayudar dándote mis tesoros que tengo en mis entrañas, pero no te olvides que siempre debes cuidarme y respetarme como lo has hecho hasta ahora. Don Víctor, sorprendido, agradeció a la Madre Tierra por su ayuda. De repente, ante él apareció una gran cantidad de oro, lo que le permitió salir adelante junto a su familia. Nunca olvidó a la Madre Tierra y, cada año en agosto, le realizaba un pago con coca y vino, agradeciéndole por lo que le ofrecía y por el oro que le regalaba cada año. La señora Madre Tierra y don Víctor
63 62 La Tierra y sus minerales Arequipa Danton era un niño que vivía cerca de un centro minero. Le encantaba jugar al fútbol y soñaba con tener un robot como compañero, uno que se convirtiera en un superhéroe. Pasaba horas diseñando y creando sus propios juguetes. Un día, su profesora explicó en clase que el cobre era un excelente conductor de electricidad, lo que permitía que hubiera luz y que los aparatos electrónicos funcionaran. De regreso a casa, Danton le pidió a su papá que le consiguiera Rocaldo O7 Danton Leandro Valdez Anco Institución Educativa N° 40091 “Alma Mater de Congata” alambre de cobre para armar un robot. Su padre, sabiendo lo hábil que era su hijo construyendo todo tipo de figuras, se lo proporcionó con gusto. Danton armó el esqueleto del robot con cobre y lo cubrió con plastilina. Estaba muy emocionado cuando lo terminó, pero lamentablemente, el robot no se movía ni hablaba como él había imaginado. Triste, salió al jardín de su casa y, sentadito, se puso a llorar. Mientras sus lágrimas caían al suelo, una pequeña roca cercana comenzó a hablarle. —¡Hola, amiguito! Me llamo Rocaldo. Nunca te dejaré solo. Sé que te duele ver que tu robot no camina, pero necesitas otros elementos para darle vida —le dijo la pequeña roca. Danton se calmó y siguió escuchando a la roca. Rocaldo continuó: —Las gotas de lluvia caen del cielo y nutren la Tierra. Por eso, la Tierra y las rocas también tienen vida. Con la ayuda del sol, damos frutos y minerales en abundancia para que el hombre los transforme y haga realidad Rocaldo 07
65 64 La Tierra y sus minerales sus sueños. Hoy es solo el comienzo de tu historia, mi pequeño amigo. No sé cómo terminará, pero espero ver una sonrisa cuando logres dar vida a tus creaciones. Motivado por las palabras de Rocaldo, Danton volvió a la escuela con más ganas de aprender. Le encantaban las clases de ciencias y pronto descubrió que había cuatro tipos de explotación minera: de superficie, subterránea, por pozos de perforación y submarina. Estaba interesado de forma especial en el aluminio, el cobre, el hierro, el carbono y otras aleaciones, porque sabía que algún día los usaría para su robot. Danton participaba en las ferias de ciencias, y en una ocasión ganó con un proyecto sobre los minerales extraídos de las minas. Explicó cómo estos eran esenciales para la industria y cómo la minería contribuía al desarrollo económico del país. Sus padres y profesores lo felicitaron, y Rocaldo, su fiel roca, se alegró y predijo: —Tus proyectos están destinados a triunfar. Danton estudió Ingeniería Mecatrónica y Robótica, y gracias a su talento y dedicación, obtuvo una beca para estudiar Inteligencia Artificial en Japón. Con el tiempo, llegó el gran día: terminó su creación y la nombró Rocaldo 07. Cuando lo activó, el robot abrió los ojos y dijo: —Me llamo Rocaldo 07. Me da gusto conocerte, señor Danton. Me has creado para ayudarte y ser tu amigo leal. Soy muy inteligente y fuerte porque estoy hecho de acero inoxidable. Mis sensores y circuitos electrónicos están compuestos de cobre, aluminio, entre otros materiales. Mi cerebro IBM tiene procesadores de plata, oro y selenio, que son grandes transmisores de información. Mientras lo escuchaba, Danton lloraba, esta vez de felicidad. Rocaldo 07 procesó la imagen de Danton a través de sus cámaras infrarrojas y le preguntó: —¿Por qué no luces una sonrisa ahora que tengo vida? No quiero que estés triste como aquel día en que tenías cuatro añitos, amigo. Así, Danton y Rocaldo 07 se convirtieron en grandes compañeros. Juntos, siguieron creando robots que ayudaban a la humanidad a vivir mejor. También daban charlas en las escuelas sobre los últimos avances tecnológicos. Rocaldo 07
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